Asturias
El oso semental del cantábrico bate su récord
No una ni dos, sino al menos 19 montas. Es el logro de la Fundación Oso de Asturias y sobre todo de la insistencia de Furaco para que Tola le hiciera caso. Quizás en enero haya cría
La curiosa historia de amor entre Furaco –un oso pardo cantábrico de más de 300 kilos de peso– y Tola –una de las osas del cercado asturiano de Santo Adriano– ha llegado a su punto culminante. Forman parte, junto con Paca, hermana de Tola, del proyecto de manejo reproductivo de osos pardos en cautividad, puesto en marcha por la Fundación Oso de Asturias con el fin de aumentar la población de esta especie en la zona, uno de los últimos reductos de oso pardo de la Península.No es el primer intento. El año pasado se juntó por primera vez en a Paca y Tola con Furaco, un oso reclutado de Cabárceno (Cantabria), con la misión de fecundar, por lo menos, a una de las dos. Sin embargo, en aquella ocasión las hermanas se mostraron huidizas y fue imposible el contacto.La persistencia de la fundación ha llevado a repetir la experiencia este año, con mejores resultados. En esta ocasión, se ha tratado de aprovechar al máximo todo el periodo de celo de las osas, que suele tener lugar en abril y mayo, aunque el celo residual prosigue tiempo después. El nuevo cercado se ha construido en una parcela de 21.600 m2, a unos metros del espacio vallado donde las osas habitan el resto del año y que tiene una extensión de cerca de cuatro hectáreas, situadas frente a la Casa del Oso, al otro lado del río Trubia. Se trata de un lugar privilegiado en la ladera opuesta del valle, en el lugar conocido como Monte Fernanchín. En este nuevo cercado, donde los osos cuentan con espacio para desenvolverse, casetas en las que descansar e incluso un pequeño estanque, su cuidador Roberto García, que lleva más de 13 años con Paca y Tola, sigue de cerca el proyecto, anota cada cambio en su actitud y costumbres y cuida de que no les falte de nada.Este año, la interacción entre los osos ha ido en aumento y, como en tantas relaciones, la indiferencia se ha tornado en rechazo y finalmente, gracias a la insistencia de Furaco, en una relación que parece ir muy en serio. «Con Tola se han producido ya 19 montas. La última el 29 de junio, como parte de un celo residual que creemos que llega ya a su fin, por lo que los mantendremos juntos hasta el 15 de julio», explica García. «El caso de Paca es diferente, sigue en sus trece y no ha habido contacto con Furaco, voy a tener que meterla en un convento…», dice entre risas el cuidador.La primera monta entre Furaco y Tola se produjo el 3 de mayo, duró unas dos horas y tuvo lugar ante la atenta mirada de los visitantes que allí se encontraban. No en vano, desde abril la zona ha recibido a varios miles de curiosos deseosos de ver bien cerca a los osos. Y pese a la opinión de los escépticos, «esto no ha sido un problema para Furaco y Tola, puesto que el sentido del pudor o la necesidad de intimidad son propios de los humanos», comenta García.De hecho, para aquellos que aún deseen visitar el cercado, es posible realizar a pie o en bici la «senda del oso», ya sea desde la villa de Proaza o bien desde el área recreativa de Buyera. Normalmente, el mayor número de visitas se concentra al mediodía, cuando los osos salen a comer. García reconoce que trabaja «con mucho cuidado porque son animales muy desconfiados, pero en ningún momento con miedo, porque nos podría llevar a cometer errores».Tres días para su separaciónPasado el 15 de julio, los responsables de la fundación decidirán cuál es la medida más conveniente para el futuro de los tres osos. Furaco permanecerá probablemente en el más pequeño de los cercados, mientras Paca y Tola podrían ser separadas como medida de precaución dado que, si Tola quedara preñada, Paca podría sentir celos y comportarse de un modo agresivo con la hermana o su prole. En cualquier caso, no será hasta después del periodo de hibernación cuando se conozca el resultado de las montas, allá en la primavera de 2010, si bien es cierto que los osos realizan paseos durante este periplo y existe una pequeña posibilidad de localizar a la osa y a su cría, que, de tener éxito, nacería en enero.Todo un logro, pues «son muy especiales. Han vivido 20 años sin el contacto de otros osos y están al límite de la edad idónea para la reproducción», explica García. Efectivamente, una osa puede quedar preñada a partir de los cuatro años y hasta los 25. Además, como detalla el cuidador, se trata de dos osas únicas –son los dos últimos osos pardos cantábricos genéticamente puros en cautividad que quedan en la Península– que vivieron en su infancia una historia triste, puesto que perdieron a su madre a manos de un cazador furtivo y fueron rescatadas con cinco meses de edad, antes de aprender de su progenitora todas las pautas de comportamiento de su especie, por lo que sería muy complicado reintegrarlas en su hábitat natural. Tras perder a su madre, fueron entregadas a la Fundación para la Protección de los Animales Salvajes (Fapas), una asociación que cuenta con más de 18.000 colaboradores en España y que lucha, desde su sede en Llanes, por la conservación de diversas especies en peligro de extinción, especialmente el oso pardo. En Fapas han constatado un ligero aumento de la población año tras año, especialmente de las osas reproductoras en los «Valles del Oso»: Trubia, Santo Adriano, Quirós y Teverga. En esta zona se ha localizado una población estable de 16 ejemplares, de los cuales seis serían reproductoras.Una de las medidas que se puede aplicar para conservar al oso son los trabajos genéticos, que se paralizaron en su día y que ahora Fapas realiza en el mencionado valle del Trubia. Estos trabajos han permitido constatar que la población occidental de oso pardo, concentrada en Asturias, puede llegar a los 130 ejemplares. Roberto Hartasánchez, director de Fapas, explica que «nuestros mayores esfuerzos se han concentrado en el control de la caza furtiva, cuyo descenso ha significado un aumento en el número de osos, dado que ahora existe una mayor sensibilización entre los cazadores. Antes, muchos osos morían en las cazas de jabalíes, una situación que ahora no se produce, aunque sí en la zona oriental –Palencia–, donde siguen apareciendo osos muertos en extrañas circunstancias».
«Otra de las amenazas –prosigue– sería la presencia de veneno, pero eso no se produce, al menos en la zona occidental. Además, existe el eterno problema de las trampas, que en los 80 tuvieron, desgraciadamente, una presencia masiva, en forma de cables de acero, que pueden incluso llegar a matar a un oso adulto. De hecho, tres de las seis osas reproductoras localizadas en el Valle del Oso presentan marcas provocadas por este tipo de trampas. Su eliminación ha supuesto sin duda una mayor supervivencia de las crías».Otra de las grandes amenazas es la construcción de grandes edificaciones que impiden a los osos recolonizar espacios vitales para su supervivencia. «En este sentido, estamos muy decepcionados con la actitud de la Junta de Castilla y León, que permite la desaparición de los pocos osos que quedan en la zona oriental para favorecer la construcción de grandes obras destinadas al desarrollo turístico. Hoy, quizás existan 20 o 25 osos en esa zona, y eso según los cálculos más optimistas», asegura Roberto Hartasánchez.En aquellas zonas donde la presencia de osos es más habitual, Fapas hace un trabajo de seguimiento y recibe los avisos cuando surge un problema. Recientemente una cría que ya había sido localizada con su madre y dos hermanas fue encontrada herida en la carretera y, tras curarla, fue devuelta con éxito a su hábitat. «Una de nuestras medidas, autorizada por el Gobierno regional de Asturias es el seguimiento fotográfico de una parte de la población occidental. También se ha mejorado la calidad de los hábitats en los que vive el oso con el aumento de plantaciones de fincas con frutos. Además, se ha revalorizado el papel de las carroñas, de las que se ha demostrado que se benefician los osos, especialmente en invierno», comenta el director de Fapas.El caso de Paca y Tola fue similar al de la osa encontrada en la carretera. Se trató de un ejemplo muy claro de furtivismo, acontecido hace 20 años. Un particular comunicó los hechos a Fapas y se consiguió, gracias a la ayuda de Seprona, rescatar a las crías con apenas cinco meses de vida. «Es cierto que el programa del que han formado parte se podía haber realizado antes, pero también es verdad que Paca y Tola han jugado un papel que va más allá del propio resultado del programa del que forman parte. Es muy complicado que tanto ellas como sus crías puedan ser reintegradas en su hábitat natural, pero su existencia ha hecho posible que mucha gente se haya concienciado sobre la importancia del cuidado de una especie de la que apenas quedan 150 ejemplares en toda la Cordillera Cantábrica», asegura Roberto Hartasánchez.Más allá del ejemplo dado por Paca y Tola, los responsables tanto de Fapas como de la Fundación Oso de Asturias parecen muy optimistas cuando se les pregunta por el futuro de la especie. El director de Fapas está convencido de que «la situación es muy prometedora, salvo que ocurra una catástrofe como, por ejemplo, una pandemia osuna. Cada vez sabemos más acerca de su biología, de su ecología y del tipo de territorio donde viven. Además, la capacidad de la Cordillera Cantábrica para acoger osos es indudable. Algunas voces indicaban que era necesario volver a un estadio primigenio de la naturaleza para que la especie perdurase, pero se ha demostrado que no es así. De hecho, se ha probado con la presencia de osos que existen territorios aptos para su desarrollo hasta en Galicia y Portugal. Esto, unido al progresivo abandono de zonas rurales por parte del hombre –con consecuencias muy negativas en otros aspectos–, hace más compatible la coexistencia de humanos y osos».
✕
Accede a tu cuenta para comentar