Turín

Higuaín prolonga la dulce agonía

El Real Madrid vence 3-2 al Getafe en un partido de infarto
El Real Madrid vence 3-2 al Getafe en un partido de infartolarazon

Madrid- Si cuando el Madrid reciba al Barcelona va a jugar como contra el Getafe, que no puede disimular su posición, recibirá un puñetazo como el que le propinó el Liverpool en Liga de Campeones. Es tan frágil... Tiene la mandíbula de cristal y afloran sus carencias a poco que le rascan la superficie; pero le sostiene Higuaín, que prolonga la dulce agonía, y una suerte que no es de este mundo, como la flor de Juande. Sólo por eso, por elementos ajenos intrínsecamente al fútbol, como la fe, parece que le discute el título liguero al Barça.

En el minuto 84 perdía el partido y se rompía prácticamente ese hilo que le une a la esperanza... Otro despiste general, centro de Uche, de derecha a izquierda, toca Gavilán y Albín revienta el balón. Un poco antes, Sergio Ramos hizo penalti a Rafa, que el árbitro no vio, y a continuación, Cata a Higuaín, también ignorado, y dudoso. Sólo dos minutos después, en el 86, falta en la frontal del Getafe; como en Montjuïc, Guti lanza y marca por toda la escuadra. Fue la segunda cosa buena que hizo; la anterior, un pase de gol a Huntelaar que Stojkovic estropeó. Con 2-2, el partido aún más loco. Minuto 87, entra Casquero en el área, Pepe le empuja, le derriba y se lía a patadas con él, en la pierna y en la espalda. Increíble. Le expulsan, naturalmente. Merece una sanción ejemplar. Casquero, que se caracteriza por hacer goles para enmarcar, desde lejos, disparo seco y colocado, tira el penalti, «a lo Panenka»... Ridículo, regala el balón a Casillas. Con diez, el Madrid no se da por vencido y en el minuto 93 Higuaín, siempre él, el nexo madridista con la ilusión, suelta un zurdazo desde la frontal y establece el definitivo 3-2.

En el minuto añadido de la primera parte Higuaín, sólo él, merecedor de un monumento, aprovechó un regalo de Cata y empató. Perdía el Madrid, que hasta entonces no había tirado a puerta; era un equipo sin alma y sin corazón. Es más, Stojkovic se fue al descanso sin hacer una sola parada. Encajó el gol porque su central le escondió el balón que el «Pipita», pundonoroso, aguerrido, rebañó para marcar. Demasiado poco para tanto premio. Y un lance más de un encuentro extraño, marcado por la ausencia de Lass, el nexo de las líneas madridistas, el equilibrio del centro del campo que influye decisivamente en la seguridad de la defensa y la alegría de la delantera. Sin este regalo del mercado de invierno, el Madrid de Juande es menos y hubiese sido nada sin la decisiva intervención del Cata, uno de esos centrales feos, toscos, duros, que ayer dio más miedo a su portero que a los delanteros contrarios.

La parroquia madridista, una parte de ella, esperaba anhelante este encuentro porque, debido a la baja de Lass por sanción, Guti iba a ser titular. Guti es el patito feo, a punto de entonar el canto del cisne. Cuando se le espera no aparece, o sucumbe, como todos los demás. Fue recibir el gol de Soldado y todo el equipo se desmoronó. Fue el tanto de la cantera, ese que tanto daño hace, el de la cuña de la misma madera: jugada de Granero en la banda derecha, ¿y Marcelo?, regate a Cannavaro –buen viaje de regreso a Turín–, centro al área y Soldado remata a placer sin que Pepe o Ramos hagan algo por evitarlo.

Con este gol se iba la Liga que mucho antes, en la primera vuelta, avisó la despedida. El tanto no sirvió de acicate al Madrid, desordenado, inofensivo, desesperante y facilón. Si llega a creer el Getafe en sus posibilidades, en la superioridad de Granero, Polanski, Casquero y Gavilán sobre Raúl, Guti, Gago y Van der Vaart; y si llega a afinar en el último pase, después de ganar la espalda a los zagueros una y otra vez, el mayúsculo error del Cata no habría sido para tanto.

Para la segunda parte, Robben, que se lesionó 18 minutos después, entró por Van der Vaart. Mejoró el Madrid, presionó y el Getafe demostró su fragilidad y que del patrón que le dejaron Schuster y Laudrup apenas quedan retazos. Y, sin embargo, marcó, el 1-2. Lo demás, ya está contado: más emoción que fútbol, la garra de Higuaín y la indescriptible acción de Pepe, como para echarle del equipo. Pero que no sirva su ausencia para justificar la Liga del Barça, tan próxima; es que el Madrid no da más de sí, salvo esta emoción y estos sustos.