Teatro

Buenos Aires

El Shakespeare más atrevido

La compañía de Helena Pimenta rescata diez años después su aplaudida versión de «El sueño de una noche de verano»

El Shakespeare más atrevido
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Los personajes de arriba interpretan a Shakespeare. Aunque para el espectador de hoy, acostumbrado a todo tipo de trasposiciones e interpretaciones del genio británico, no le cause la menor sorpresa, cuando el montaje se estrenó hubo murmullos de admiración. Tanto en el patio de butacas como entre los críticos impactó la forma tan espontánea, y por qué no decirlo, descarada, con que una compañía española casi desconocida se atrevía a moldear los versos de «El sueño de una noche de verano». Se estrenó el 11 de junio de 1992 y siguió levantando el telón, gracias a una gira internacional, hasta 1994. Helena Pimenta, la mano que dirigía las piezas con semejante libertad, explica que hay «un conjunto de razones» para recuperar el montaje: «Intentar volver a un espectáculo muy satisfactorio y arriesgado además, hay toda una generación y muchos sitios donde no se ha visto, también es una manera de consolidar un repertorio». En esta comedia de Shakespeare, Oberón y Titania, reina y rey de las hadas, miden su rivalidad, lo que propicia equívocos amorosos entre el duque Teseo, su futura esposa Hipólita y dos parejas de enamorados, simples súbditos. A Pimenta le parece una de las obras más «demócraticas» del genio inglés. «Y es variada, pues posee niveles muy distintos: el mágico, el más popular de los cómicos y el poético de los personajes nobles. El tiempo pasa muy bien por esta puesta en escena», admite la directora. La oscuridad del bosque que en la noche confunde a los personajes, pero sobre todo el «filtro» que cambia sus comportamientos y acelera sus pulsiones, atrajo a Pimenta: «Es el instrumento de todas las comedias para resolver el conflicto naturaleza-pasión-razón que la sociedad tiende a olvidar».

Natural y orgánico

Recuerda que su principal objetivo entonces fue acercar a la tierra estos personajes de Shakespeare, tradicionalmente representados con ampulosidad por la relevancia del autor que los esculpió: «Cuando lo monté por primera vez tenía una intuición que he ido confirmando: había que poner las grandes palabras de los clásicos al servicio de lo humano, resaltar esos aspectos a través de las naturalidad y el carácter orgánico», comenta la directora.
 José Tomé es el único «superviviente» del reparto original, junto a Ana Pimenta, que se alternará con Celia Pérez. Les acompañan como nuevas incorporaciones Jorge Muñoz, Montse Díez, Jorge Basanta e Ione Irazábal. Todos, además de desdoblarse entre sus papeles humanos y como criaturas fantásticas, incorporan un tercero con nombres tan curiosos para una pieza shakesperiana como Jordi, Rocío, Patxi, Maruxa, Polaco y Antxoni. Y es que en la versión de Pimenta, los cómicos –el teatro dentro del teatro típico del autor– provienen de una región distinta de España: «Sigue siendo muy actual y nos partimos de risa. Ahora, además, hemos añadido a los inmigrantes. La unión de gentes de diversas procedencias es un generador de conflictos eternos. Lo que puedo decir es que ahora los espectadores están más acostumbrados que antes a que se produzca una trasgresión de este tipo».
Si para las incorporaciones todo es nuevo, según los antiguos miembros del equipo «la pelea ha sido conservar la esencia. Hace más de un año que venimos analizando la dramaturgia y todos los elementos del espectáculo. No aplicamos una visión nueva del mismo, sino una puesta al día». Si algo se alabó de dicha puesta en escena, desde Bogotá a Buenos Aires, pasando por La Habana y acabando en Madrid, era su «poco respeto» por un monumento tan clásico: «Antes era más instintivo, ahora tratamos de no perder la frescura. Nos servimos mucho de la ironía y la paradoja que se da en el lenguaje de Shakespeare. Nos enfrentamos los clásicos con enorme respeto, pero también con mucho atrevimiento. Lo fundamental es no dar por hecho nada en la descodificación». Puestos a confesar, la directora salmantina rememora la gracia que le producía leer sobre la libertad con la que se movían los actores sobre la escena: «Se trata de una espontaneidad muy buscada. En realidad, eso es lo que más trabajo nos llevó».
Después de semejante éxito, hubo otros dos títulos del mismo autor –«Romeo y Julieta» y «Trabajos de amor perdido», que confirmaron el sello Pimenta y, sobre todo, que la comicidad no estaba reñida con los versos del británico: «Es cierto que produjo cierta sorpresa entre el público ver a un equipo que no provenía de un centro teatral como Madrid o Barcelona, sino de la periferia».

De Valle a Lope

Los aplausos proporcionaron a la creadora nuevos trabajos más íntimos y contemporános, como «Sigue la tormenta», de Enzo Corman. Después se dio un baño de dramaturgia española con títulos tan preminentes como «Luces de bohemia», de Valle-Inclán. Gracias a la Compañía Nacional de Teatro Clásico, Pimenta descubrió a Lope de Vega («La dama boba», «La noche de San Juan»), lo que, según la creadora, le ayudó a interpretar ciertas claves de Shakespeare: «El verso español me ha aportado cosas que no esperaba. La comparación entre ambos autores me ha hecho comprender que son muy diferentes, fundamentalmente, porque proceden de culturas distintas. Reconozco más mía en esencia la obra de Lope, pues tiene un humor que reconozco más. Había determinados aspectos de Shakespeare que me exigían una pirueta, Lope me ha ayudado a comprenderlo».
En los últimos tiempos su vinculación con Juan Mayorga la ha llevado a montar «El chico de la última fila» y «Cartas de amor a Stalin», que aún mantienen en gira. A pesar de semejante currículum y de haber transitado por teatros públicos y privados, Pimenta no se siente muy lejos de aquella joven rompedora que fue: «He perdido cierta inocencia, pero es una cuestión de espíritu. Sigo con el mismo entusiasmo por el teatro, no sé si será una ignorancia mía, pero es el lenguaje con el que mejor entiendo la vida».


La crisis
Lo que sí ha cambiado desde los 90 triunfantes de Ur son las condiciones económicas. Así, la compañía no podrá repetir aquellas mastodónticas giras que la convirtió en una agrupación popular incluso en Iberoamérica: «La crisis se ha notado en el mundo del teatro más de lo que la gente cree». A pesar de ello, se les verá en los festivales de verano como los de Olite y Cáceres y en el mes de septiembre se recluirán durante unas semanas en los Teatros del Canal.