Castilla-La Mancha
Es el servicio de Inteligencia
Seguramente muchos de los lectores recordarán aquel chiste tontorrón en el que uno telefoneaba y decía: «¿Es el servicio de Inteligencia?» y alguien respondía «Euuu» con todo el acento del que es tonto de capirote. Desde luego sería para reírse de no darse la circunstancia de que estamos sabiendo mucho sobre el actual director del CNI en las últimas semanas y hasta ahora todo resulta profundamente inquietante. De entrada ha de indicarse que, tras mucho escudriñar, sólo he encontrado dos razones en virtud de las cuales quizá –y sólo quizá– el señor Saiz ha llegado a convertirse en director del CNI. La primera es que en la época en que Bono era presidente de Castilla-La Mancha desempeñó un cargo que estaba relacionado con la vigilancia oficial de los patos y las perdices. Sin duda, un ánade no es lo mismo que un espía ruso, pero, teniendo en cuenta lo proclives que son algunos progres a dedicarse a las cacerías, a lo mejor vigilando seres alados se aprenden los rudimentos de la seguridad. La segunda razón es que nuestro maestro de espías está casado con la prima de la esposa del señor Bono, que en un partido como el PSOE, tan preocupado por la familia, no constituye cuestión baladí. Claro que una cosa son las buenas relaciones parentales y el ojeo de especies voladoras y otra dirigir la Inteligencia y lo que está empezando a salir a la luz es para no pegar ojo. Primero fue el photoshop –chapucero donde los haya– realizado para ocultar que el director del CNI se iba a pescar a África. Luego vinieron las noticias sobre cómo empleaba a los agentes en limpiarle de algas la piscina o en traerle las patatas de un pariente en la denominada Operación Cachelo. Acto seguido se filtró que utilizaba el polígrafo –¡qué época aquella en que el único polígrafo en España era Menéndez Pelayo!– para saber si sus espías iban por ahí largando sobre él. Y a esto se sumó que había ayudado a un amigo pinchando el teléfono de una criada para ver si llamaba al novio y, sobre todo, que Saiz ha ido colocando en el CNI a un elenco de nuevos agentes verdaderamente notable. Juzguen si no ustedes mismos porque la lista –no desmentida por Saiz en su comparecencia ante el Congreso– incluye a varios sobrinos, a la hija de un juez que debe decidir si el CNI viola o no la ley con sus actividades o a una periodista relacionada con el poder político. En una España donde el presidente del Gobierno es ZP, donde la ministra de Defensa –la superiora directa del director del CNI– es Carme Chacón y donde el ministro del paro es Celestino Corbacho, a lo mejor lo normal es que el director del CNI sea un antiguo vigilante de patos como Saiz. Pero si es así nos encontramos en una situación en la que el común de los ciudadanos tiene motivos sobrados para imprecar la ayuda del Altísimo y en la que tampoco extraña que los agentes del CNI preocupados por la institución anden realizando filtraciones a ver si Saiz regresa a esas charcas castellano-manchegas de las que nunca debió salir. Yo, por si acaso, he decidido no llamar al CNI. Si alguien me respondiera diciendo: «Mandeeee», no lograría contener las lágrimas.
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