Estreno

«Hacemos una porno»: Sexo con amor

Dirección y guión: Kevin Smith. Intérpretes: Seth Rogen, Elizabeth Banks, Jason Mewes y Traci Lords. Fotografía: David Klein. EE UU, 08. Duración: 101 minutos. Comedia.

Sexo con amor
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Cuando Kevin Smith dirigió «Persiguiendo a Amy», muchos se sorprendieron de que el director de «Clerks» tuviera más de una cosa que decir sobre el amor polisexual y la amistad masculina en una película que no habría desentonado en la filmografía de Richard Linklater. Sin el cine de Smith es muy probable que la eclosión de la factoría Apatow no hubiera sido tan fecunda como lo es ahora, que es lo mismo que decir que «¿Hacemos una porno?» podría formar parte del alud de comedias que el autor de «Supersalidos» está esponsorizando con su marca de fábrica. Smith se aproxima a los mismos temas que los filmes de Apatow y compañía –a saber: las dificultades de entrar a destiempo en la edad adulta, las exigencias de la amistad, la nueva guerra de sexos– añadiendo un plus de sincera ingenuidad a un relato que maquilla los registros clásicos de la comedia romántica sin redimirlos de su dimensión más conservadora. Ningún problema: Smith, que siempre se ha confesado católico practicante, entiende que, una vez que se manifiesta, el amor no admite infidelidades. Y por muchos chistes verdes y desnudos frontales que aparezcan entre toma y toma de la película dentro de la película, «¿Hacemos una porno?» defiende la castidad moral de quienes se han amado sin decírselo.Zack (Seth Rogen) y Miri (Elizabeth Banks) son compañeros de piso y amigos de la infancia. Después de asistir a una reunión de ex alumnos de instituto –en una escena hilarante por obra y gracia de Justin Long, que interpreta a un productor de porno gay– y de comprobar que están sin blanca, deciden rodar su propia película porno. La pandilla de fracasados que contratan para la ocasión es digna del Ed Wood de «Plan Nine of Outer Space» o del John Waters de «Cecil B. Demented», y durante un buen rato el filme celebra el acto de hacer cine como si rodar fuera una cuestión de pasión y no de talento. En esta visión un tanto capriana del universo del porno amateur están los mejores momentos de la cinta, que muy pronto deriva hacia un final demasiado previsible que contradice sus ideas más subversivas. Y es que Smith sólo quiere ser un buen chico.