Estados Unidos
Hidratación con jugos también en invierno
Llegó el invierno y con él los fríos y las gripes, que siempre son una auténtica lata. Sobre todo si se trata de una gripe de verdad, no de un resfriado común. Éste último también incordia, pero no tiene nada que ver con la anterior, su temida hermana mayor, que si te afecta te deja exhausto y fuera de juego durante como poco una semana. Y tocado un mes entero, bajo de defensas, disminuido de fuerzas, sobrado de tos y de mucosidad. Nos perturba tanto la gripe que cuando llega tenemos que suspenderlo todo, citas y planes, agendas y calendario, para recluirnos en casa o en la cama, donde mejor y más pronto se pasa la enfermedad. Sabiendo como sabemos que, por muchas medicinas que tomemos, el resultado va a ser casi siempre el mismo: fiebre y dolores de cabeza, malestar generalizado y sopor, debilidad y desgana. Llegado ese momento lo mejor es no comer o comer poco. Lo pide el cuerpo, por lo demás. Nos sobran los dulces y las carnes, los guisos y el pescado, y necesitamos mucha hidratación. Y ahí es donde intervienen positivaménte los zumos.
Si hay malestar y fiebre el cuerpo nos solicita comer menos y beber más. Beber agua está bien, desde luego. Pero ingerir determinado tipo de zumos es aún mejor. Sobre todo si se trata de zumos con el mínimo de azúcares posible y el máximo ácidos. Los cítricos y la piña son ideales, algo diluidos en agua. El de limón es especialmente aconsejable. Mucho más que el de naranjas, pues éstas ya no proporcionan toda la vitamina C que nuestro organismo necesita en estas circunstancias.
Las naranjas contienen cierto nivel de azúcar desaconsejable en las afecciones gripales. Pero además es que las naranjas de ahora suelen llevar bastante tiempo recolectadas y depositadas en almacenes, por lo que sus niveles de vitamina C se reducen considerablemente, si bien sigue siendo importante su poder de hidratación. Por eso es preferible el limón. Ninguna otra fruta puede superarla en eficacia contra resfriados y gripes. El limón tiene mucha vitamina C, y además aceites esenciales concentrados muy útiles en las enfermedades infecciosas.
Es un excepcional bactericida y antiséptico contra las más diversas infecciones, amén de un activador de los glóbulos blancos y las defensas naturales orgánicas. Su ingestión produce rápidaménte una «leucocitosis curativa», amén de generar una nada desdeñable acción febrífuga, muy útil en los casos de fiebre, y contribuir de manera eficaz a diluir el exceso de mucosidad. Hay otros dos zumos recomendables durante los procesos gripales. En primer lugar, el de manzana. Considerada la fruta de la salud ( «an apple a day keep the doctor away», dicen los ingleses), la manzana es especialmente útil porque determinado tipo de virus no pueden vivir en presencia de su jugo. Es una conclusión a la que se llegó tras estudios en tubos de ensayo en Estados Unidos y Canadá. Su consumo contrarresta la proliferación microbiana en las mucosas, y además modifica beneficiosaménte la mucosidad. Especialmente si se ingiere mezclado con zumo de limón. El otro jugo muy recomendable es el de mandarinas, después de que el Florida Agricultural Experiments Stations publicara los resultados de unas investigaciones según las cuales las mandarinas pueden ser utilizadas como un eficaz anticongestivo natural en un resfriado porque son ricas en una sustancia denominada sinefrina, que al parecer actúa como potente descongestionador. Pero también es muy recomendable el zumo de zanahoria, por ser rico en vitamina A, necesaria durante los procesos gripales para evitar que progresen las infecciones.
Está más que demostrado que niveles inadecuados de vitamina A favorecen los catarros y las gripes, y dificultan la curación de la enfermedad. Aunque en realidad cualquier zumo nos vendrá bien en invierno, porque constituyen la fuente más rica en vitaminas, minerales y enzimas que existe. Nos permiten asimilar fácilmente otros nutrientes y arrastrar desechos, amén de hidratarnos abundantemente, algo fundaméntal en estas fechas en las que ingerimos alimentos en exceso fuertes y procesados, con abundancia de grasas, calorías y azúcares. No son milagrosos, pero ayudan a sobrellevar mejor la enfermedad. La prueba está en que es nuestro propio cuerpo el que los solicita.
jvera@larazon.es
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