Italia
Italia aprueba la caza del ilegal
«Los irregulares son imprescindibles para el mercado italiano», explica el titular de Cáritas a LA RAZÓN.
Para el Gobierno italiano, inmigración e inseguridad son dos términos análogos. Desde que volvió al poder hace un año, Silvio Berlusconi ha identificado la lucha contra el crimen con los extranjeros indocumentados, para quienes ha diseñado un endurecimiento de las leyes que ayer fue aprobado por los diputados.
El nuevo paquete de seguridad impone a los extranjeros algunas de las normativas más duras de Europa. A partir de ahora, ser clandestino en Italia será considerado un delito y supondrá el pago de una multa de entre 5.000 y 10.000 euros y la expulsión inmediata. Los servicios públicos quedan excluidos para los cerca de un millón de «sin papeles» del país, ya que resulta obligatorio mostrar el permiso de residencia cuando se realizan trámites oficiales.
Incluso habrá que enseñar este documento para inscribir a un hijo en el registro civil, lo que puede suponer la aparición de «niños fantasma» que no son registrados por miedo a la deportación de los padres. Oliviero Forti, responsable de asuntos de inmigración de Cáritas Italia, considera que la nueva norma hará que «aumente el número de abortos y dejará a muchos menores en el anonimato. Es dramático que haya niños sin identidad».
Los inmigrantes sólo estarán exentos de mostrar el permiso de residencia en las escuelas y en los hospitales, aunque en los centros médicos se arriesgan a ser denunciados por los médicos, algo que el Parlamento aprobó el pasado febrero. El nuevo paquete prevé la ampliación de dos a seis meses del tiempo que los indocumentados pueden pasar en los centros de internamiento para extranjeros y da luz verde definitiva a una de las mayores demandas de la Liga Norte: las rondas ciudadanas.
Forti califica la actitud de los italianos frente a la inmigración de «esquizofrénica». «Decimos que estamos en contra de la llegada de indocumentados pero luego hablamos estupendamente del extranjero que cuida de nuestros ancianos o de nuestros niños». En su opinión, la forma con que el Gobierno de Berlusconi trata a los «sin papeles» es «errónea» y responde a «intereses políticos». «Los irregulares son imprescindibles para el mercado laboral italiano. Lo que se consigue de esta manera es aumentar la conflictividad y la xenofobia. La gente cada vez entiende menos y piensa que la inmigración es un problema», dice a LA RAZÓN.
Los extranjeros han reaccionado con pesar e impotencia a la mano dura del Gobierno. «No podemos hacer nada para cambiar las leyes, sólo debemos seguir respetándolas», afirma Saber Munia, miembro de una ONG de apoyo a mujeres marroquíes.
«No al retorno de los camisas negras»A Giorgio Napolitano, presidente de la República, no le gusta la posición del Gobierno frente a la inmigración pero optó ayer por criticarla indirectamente, diciendo que en la sociedad actual «se difunde una retórica pública que no duda, tampoco en Italia, en incorporar acentos de intolerancia y xenofobia». Silvio Berlusconi aseguró que Napolitano no se refería al nuevo paquete de seguridad y recordó que su Gobierno «ha estado desde siempre contra la xenofo-bia». Dario Franceschini, líder de la oposición, dijo que «no quiere asistir al retorno de los camisas negras». Además, recordó las críticas que la Iglesia italiana ha hecho a las nuevas medidas y criticó las «palabras de desprecio» con las que el Ejecutivo ha respondido.
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