Navidad

Jesús no quiere nacer

La Razón
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Esta noche es Nochebuena y a las 00:00 horas tiene que nacer Jesús. Previamente, dependiendo de la tradición, en general un ángel comunicará a la gente la buena nueva, que ha llegado hasta nuestros días vía villancicos, relatos…, y que se celebra de diferentes maneras. Casi siempre dando o recibiendo regalos que acarrean personajes diversos. En mi querida tierra vasca, quien mayormente se ocupa de estos menesteres es el Olentzero, un carbonero comilón y bebedor, que se hallaba en el monte haciendo carbón cuando supo del nacimiento del hijo de Dios. Este natalicio sucedió hace más de dos milenios y cada año se repite. Pero la situación ha cambiado tanto que, este año, el Niño ha decidido que no. Lo afirma García Barbeito en el cuento de Navidad «El día que Jesús no quería nacer».

El motivo no es otro que el horror que envuelve el mundo: odio entre los pueblos, envidia entre los ciudadanos, avaricia en los poderosos, guerras sangrientas, terrorismo étnico, religioso y unos gobernantes incapaces, en unos casos; malintencionados, en otros; y personalistas sectarios en la mayoría. No es de extrañar que, en esas circunstancias, Jesús decida no venir a un mundo repleto de injusticias, atrocidades, hambre o enfermedades que se convierten en epidemias en el Tercer y Cuarto mundo por la falta de solidaridad y el imperio de las leyes del mercado. Realmente no hay nada que celebrar, Jesús lo sabe y prefiere no hacer acto de presencia.

Así pues, por primera vez, el ángel anuncia al mundo que el Niño no nacerá por las razones mencionadas. El Olentzero, más explícito, porque abarca un terreno infinitamente más pequeño, explica las causas concretas de esta decisión. El año pasado, las autoridades prometieron que al terrorismo le quedaban dos telediarios y que los vascos de uno y otro signo recuperarían la natural convivencia entre humanos. Los etarras, que no habrían obtenido ninguna compensación política, cumplirían sus penas y, en virtud de la generosidad de las víctimas, irían saliendo paulatinamente de la cárcel.

Sin embargo, a lo largo de 2007, el Niño se ha sentido gravemente engañado. Seis días después de todas estas promesas, la verdad se impuso y ETA arrebató la vida a dos jóvenes en el atentado perpetrado en el aeropuerto de Barajas, la víspera de Fin de año. Meses más tarde, la propia banda dio a conocer su intención de seguir asesinando, porque el Gobierno no accedía a concederle las contrapartidas políticas que habían negociado. El odio y el rencor ha ido creciendo, más si cabe, entre los habitantes del País Vasco y de España y los gobernantes han decidido atender exclusivamente los deseos de sus votantes. Además, ha llegado una crisis económica que augura situaciones desgraciadas.

Ante tanta engañifa, oprobio y maldad, Jesús ha decidido esperar antes de venir a este mundo. Sin embargo, los voceros de la buena nueva se dan cuenta de que si el Niño no nace, el desánimo se instalará en los buenos corazones, porque sólo Él puede hacer que regresen al mundo la paz, la libertad, la Justicia, la esperanza, el amor y la Libertad. Jesús tenía motivos para no querer nacer, pero lo hizo. Su generosidad debería servir para que los gobernantes del mundo, en general, y del nuestro, en particular, la imitaran.