Valencia
Jugar en Europa perder en España
Leire Pajín estaba tran preocupada y ocupada con los acontecimientos planetarios que descuidó un poquito su labor de responsable electoral del PSOE. Mientras ella «jugaba» a Yuri Gagarin, o a la perrita Laika, a pie de calle la gente decidía darle un «repaso» al «gran líder progresista» europeo. Casi cuatro puntos de ventaja es para «hacérselo mirar». Sobre todo porque el Gobierno de ZP no ha pasado el examen a diferencia de Sarkozy, Merkel o Berlusconi. Tambien hay crisis en Francia, en Alemania y en Italia, querida Leire, y sus ciudadanos han respaldado a sus gobiernos. Quizá la saturación de propaganda frente a realidades haya sido la clave de lo ocurrido el domingo en España. Es verdad que este partido se jugaba en Europa, como rezaba el slogan socialista, pero la derrota tiene un típico sabor español. El resultado por comunidades autónomas es todavía mejor para el PP donde gana, y de lejos, en feudos socialistas como Castilla-La Mancha, o arrasa en Madrid y Valencia, entre otras. En Madrid el PSOE tiene un problema que se llama Tomás Gómez que lleva meses pasándose de frenada sin ofrecer una sola alternativa al «ticket» Aguirre-Gallardón. Pero estos datos, que son buenos objetivamente para Rajoy, no pueden significar el más mínimo relajo. Cataluña y Andalucía, mucho más la primera que la segunda, se le siguen resistiendo y mucho a la derecha. El líder popular, que ha dado muestras de su capacidad de trabajo tanto en las autonómicas de marzo como ahora, no puede bajar la guardia. Zapatero sigue siendo un líder con un enorme tirón aunque no llegue a la altura galáctica que le atribuye la astrónoma-astronauta Pajín, y sus resortes propagandísticos crecen día a día. Hemos escuchado muchas voces en las últimas horas poniendo sordina al triunfo popular con el argumento de que nunca lo habían tenido más fácil para distanciarse significativamente. Hay algo de razón en ello, pero a los 3,7 puntos del PP hay que sumarles los más de 5 que se ha dejado el PSOE en la gatera. Quedan menos de tres años para las generales y menos de dos para las autonómicas y municipales y es posible que «la fatiga de materiales» socialistas sea mayor que el entusiasmo descriptible que Rajoy puede generar entre muchos ciudadanos.
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