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París

La diva y Pellicer

La Razón
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Hace ya medio año que se murió el pintor Joan Abelló. Me llegan rumores preocupantes de lo que pasa en la institución que él presidió, el Real Círculo Artístico, desde que él no está. Pero yo no hago caso a los rumores. Lo que sí es cierto es que no me parece que se recuerde en su justa medida el legado del pintor. Es verdad que en estos meses han aparecido más cuadros de Abelló en subastas que en ocasiones anteriores, pero esto se debe a una razón especulativa por parte del propietario desaprensivo.Estas líneas vienen a cuento porque repasando libros y papeles viejos me encuentro o, mejor dicho, me reencuentro con un personaje olvidado, pintor casi ignorado por las enciclopedias y llamado Carles Pellicer. Él fue el último maestro de Abelló antes de que el discípulo aprendiera a volar por su cuenta. Pellicer había trabajado sobre todo en París, llegando a tener amistad con Millet, de lo que tuvo obra, e incluso Toulouse Lautrec, de quien Abelló guardaba una fotografía que aún es inédita. Pero la pasión de su vida fue una actriz, mejor dicho, la actriz por excelencia: Sarah Bernhardt. Pellicer le tenía siempre una habitación preparada en su casa barcelonesa, en el Passeig de Gràcia, convertida en escondite de la diva. Si fueron amantes o no, eso queda para la especulación, pero Pellicer vivió hasta el final de sus días con esa habitación intacta y devorada por el polvo, pensando que ella volvería.