Teherán
La grieta en el alminar
Una mujer se desangra. Tendida en el asfalto. Desmadejada. Un hombre con camiseta de rayas agarra su mano. «Quédate conmigo», le dice, «no te vayas». Los ojos de ella van quedando en blanco. Un segundo hombre, con camisa blanca, intenta despertarla. La vida se escapa. La Historia llega. Ali Jamenei, en su minarete, se rasca la entrepierna por debajo de las faldas. Exigía silencio. Ha causado un estruendo. Neda Salehi Agha Soltan, veintiséis años, muere la tarde del veinte de junio camino del hospital Shariati de Teherán. No es la primera mujer muerta en la calle por una bala perdida, pero sí es la primera muerte filmada con teléfono móvil y difundida al mundo a través de la grieta que va minando el muro, este otro muro liberticida hecho con ejemplares del Corán. Neda Soltan ya es sólo Neda. «Nuestra líder, nuestra mártir, nuestra inspiración», se lee en Facebook. Apenas nada se ha contado de cómo fue su vida. Estudiaba música, tenía un novio, no se metía en problemas. ¿Luchaba por la libertad? Como tantos otros jóvenes, la ansiaba. No es su vida lo que conmueve. Es su muerte lo que remueve las conciencias. Ella no buscó nada. Fue una bala la que la encontró a ella causando su final que ahora es principio. Una mujer ensangrentada deja de respirar. Llena de oxígeno los pulmones airados de varios millones de personas. Alí Jamenei se inquieta. La Constitución de Irán establece que el Líder Supremo ha de ser justo, piadoso y estimado por la población. Es verdad que esta Constitución es una filfa que Jamenei emplea para limpiarse la barba después de la cena, pero el régimen no lo integra sólo él, son muchos otros los integristas. Altos funcionarios del aparato empiezan a pensar que el ser superior ha perdido pie, que calculó mal y reaccionó peor a la protesta germinal del trece de junio. Neda perdió, porque ella hubiera deseado seguir viviendo. Pero Jamenei perdió con ella, porque la imagen de esta mujer pacífica, reventada por dentro, desangrada, perseguirá para siempre ya al barbudo. La pieza es Jamenei. Y Ahmadineyad será una anécdota. Desafiante, faltona, vocinglera. Pura anécdota.
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