Nueva York
La inabarcable «Gran Manzana»
Es la ciudad más cosmopolita del mundo, la que sin duda aporta más lugares emblemáticos a nuestra memoria colectiva. Conocida cariñosamente como la «Gran Manzana», es única por sus dimensiones, su diversidad, su oferta cultural y comercial y su capacidad para marcar tendencias. La lista de lugares donde nos tendremos que dejar caer es interminable (incluye monumentos, espectáculos, los barrios chino e italiano, Broadway, el Bronx, el puente de Brooklyn, el Empire State, el MoMA, Central Park¿), así que la mejor recomendación es patear la ciudad de arriba abajo sabiendo que nos enfrentamos a una de las excursiones urbanas más agotadoras y emocionantes del planeta. Pueden comenzar por Central Park, el parque neoyorquino por antonomasia y tantas veces retratado en las películas. Es curioso comprobar cómo sus praderas, arboledas y bancos se han convertido en el mejor escenario que los habitantes de esta ciudad hiperactiva tienen para desconectar. Su patrimonio incluye un obelisco egipcio que data del siglo XV antes de Cristo y que constituye una pieza única en el mundo. Muy cerca, se encuentra uno de los lugares más importantes de Estados Unidos, el inabarcable Museo Metropolitano de Arte. Antes de cruzar sus puertas, un consejo: una visita completa duraría varios días, es decir, resulta obligatorio planificar qué queremos ver. Quienes quieran seguir saciándose de arte acudirán a la Calle 53 para visitar la otra joya museística de la ciudad, el espectacular Museo de Arte Moderno, el mítico MoMA de Nueva York. La Estatua de la Libertad, el Puente de Brooklyn y la Zona Cero constituyen otros tres momentos típicamente neoyorquinos. El Puente fue estrenado en 1883 y durante muchos años lo ha cruzado una multitud que soñaba con dejar Brooklyn para prosperar en la otra orilla. Su panorámica, a más de 80 metros de altura, es espectacular. Y la Estatua de la Libertad es quizás el símbolo más universal del país. Para visitarla hay que llegar a Battery Park, en el extremo meridional de Manhattan, y subir a uno de los transbordadores que llegan hasta la pequeña Isla de la Libertad, a poco más de 2,5 kilómetros. Las vistas desde la corona de la estatua son únicas.
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