Londres

La ministra del Interior inicia la estampida en el laborismo

Tres importantes cargos abandonaron ayer a Gordon Brown

La ministra del Interior inicia la estampida en el laborismo
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La ministra del Interior, Jacqui Smith, anunció ayer que dejará su cargo en la inminente remodelación del Gobierno que prepara Gordon Brown. Era vox pópuli que el primer ministro no iba a contar con ella para su nuevo equipo, pero nadie esperaba que ésta anunciara su dimisión antes de tiempo.

Smith se convirtió en 2007 en la primera mujer en ocupar la cartera. Empezó su gestión con muy buen pie, pero en los últimos meses su obsesión por alargar el plazo de detención sin cargos y la polémica por el arresto de un conservador que quería sacar a la luz unos papeles que no la dejaban muy bien parada mancharon su imagen. La puntilla final la dio el escándalo de los gastos de los diputados. Primero se hizo pública la factura de dos películas porno que su marido había pasado al bolsillo del contribuyente. Luego se supo que pasaba como «segunda residencia» la casa de su hermana en Londres para gastar las dietas en otros menesteres.

La versión oficial asegura que Smith ya había anunciado a Brown hace dos meses que quería abandonar, pero con los últimos acontecimientos creerla o no corresponde más a un acto de fe. La todavía titular de Interior aseguró ayer que quiere seguir como diputada por la circunscripción de Redditch. Sin embargo, la situación es complicada. Con sus «affairs» a costa del erario público, se ha organizado una campaña con el lema «Jacqui, debes irte» que ya ha recogido 1.180 firmas pidiendo su dimisión.

La salida de la ministra no fue ayer la única. Tom Watson, responsable de la oficina del Gabinete y gran asesor de Brown, comunicó su decisión de abandonar el cargo junto a Beverley Hughes, secretario de Estado de Familias. La Prensa valora la estampida como una humillación más para el «premier» a quien acusan de no controlar a sus propias filas. Día tras día, el líder laborista va firmando su sentencia de muerte política. A pesar de que se niega a dejar su puesto, las elecciones europeas podrían precipitar una revuelta interna para echarle de Downing Street.