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La propiedad lo primero

Editores y escritores debaten en la Feria del Libro sobre el futuro de los derechos de autor en los e-book

La propiedad lo primero
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El libro digital, sus problemas jurídicos, económicos y fiscales, se debatieron ayer en dos mesas redondas en la Feria del Libro de Madrid. Hubo preguntas y hubo dudas, pero fue Antonio María Ávila, director ejecutivo de la Federación de Gremios de Editores de España, el más contundente y directo: «La ley de propiedad intelectual en España es un pitorreo. Lo primero que habría que debatir es por qué». Y a renglón seguido señaló que la vulneración de los derechos de autor ha llevado a «Estados Unidos a incluir a nuestro país en una lista junto a Albania, Mongolia y Kenia». Antonio María Ávila mostró a continuación su desencanto: «Me gustaría que las administraciones públicas, que son las máximas piratas respetaran la ley de propiedad intelectual». Y, sobre la legislación, añadió: «Se necesita una ley de nueva planta». Un torbellino de claridad, que remarcó lo verde y caducas que están nuestras leyes respecto a los retos que plantea el mundo digital.

La escritora Care Santos expuso los máximos temores de los autores ante internet y la irrupción del e-book. «Como creadores sabemos que va a pasar algo grande. Creo que cuando llegue el libro electrónico se extenderá como la pólvora. Habrá que vencer los prejuicios y los miedos. Pero también me gustaría que alguien defendiera los derechos de los que queremos seguir teniéndolos sobre nuestras obras. Y que lo haga de verdad». Santos subrayó que «existe muy poca conciencia sobre los derechos de autor».

Javier Martín, director gerente de la Agencia Carmen Balcells, expuso los principios que guiarán su iniciativa de poner contenidos (títulos y autores conocidos) a disposición de las nuevas tecnologías digitales para e-books a través del proyecto «Palabras mayores» y siempre en colaboración con leer-e.


Mayor seguridad

«No somos ajenos a las inquietudes que se están produciendo. Creemos que cuanto antes se generalice esta implantación, sin detrimento para el libro en papel, y sujeto a las reglas que sostiene el mercado y con la retribución adecuada para los creadores, será mejor».

 Según Martín, esta decisión está guiada por un solo propósito: Respaldar la difusión de una tecnología perfeccionada. Martín también defendió la continuación de esa relación de confianza entre los autores y los editores (los más perjudicados en esta revolución digital serán los libreros y distribuidores) con un poso de ironía: «Los nuevos medios ayudarán a los escritores a saber cuántos libros han vendido con mayor seguridad, porque estas tecnologías facilitan ese proceso».