Bruselas
La recesión recorre Europa
La economía de la UE sufre un retroceso récord en el primer trimestre del año
En los últimos días distintas instituciones internacionales han coincidido en un diagnóstico alentador sobre la evolución de la crisis, aunque siempre desde la máxima cautela. El Banco Central Europeo y la Reserva Federal de EEUU fueron los primeros en detectar algunos signos de esperanza. El Fondo Monetario Internacional se pronunció ayer en términos similares. El director gerente del FMI, Dominique Strauss Kahn, se sumó a la corriente de aquellos que ven «brotes verdes» y «destellos de esperanza en todos los lados» acerca de la recuperación. Strauss Kahn insistió en su previsión de que el punto de inflexión de la economía mundial se producirá en el primer semestre de 2010, pero advirtió de que persisten algunos riesgos que podrían quebrar el pronóstico. El Gobierno español, por medio de la vicepresidenta segunda y ministra de Economía, Elena Salgado, vio también «brotes verdes» en la economía española. Obviamente, si el mensaje es compartido por autoridades de este prestigio y responsabilidad, parece arriesgado cuestionar ese criterio. Sin embargo, cuesta encontrar el reflejo de esos mensajes tranquilizadores en una realidad constatable. Puede que se trate de un encomiable esfuerzo por rebajar el dramatismo y generar confianza. Sea como fuere, el voluntarismo se tropieza con los números reales, que están muy lejos de mostrar esos «brotes verdes» anunciados por el FMI y el Gobierno español. El Producto Interior Bruto de la zona euro y de la Unión Europea cayó en los tres primeros meses del año un 2,5%, el mayor descenso desde que comenzaron los registros, en 1995, según los datos publicados ayer por Eurostat. Si lo comparamos con el primer trimestre de 2008, el retroceso de la actividad fue aún mayor, del 4,6% en el área de la moneda única y del 4,4% en los Veintisiete, también las tasas más negativas de la serie histórica. Tampoco se atisban «brotes verdes» en los dos principales motores del viejo continente. Alemania cayó un 3,8%, el mayor recorte desde la Segunda Guerra Mundial, afectada fundamentalmente por el retroceso de la demanda mundial debido a la crisis económica. Francia entró oficial y técnicamente en recesión como resultado de la contracción de la economía durante dos trimestres consecutivos. El PIB había cedido un 1,5% en el último del año 2008 y volvió a retroceder otro 1,2% en el primero de 2009, lo que acabó también con las previsiones optimistas del Gobierno galo. En España, la situación es la más alarmante de Europa. Bruselas auguró que nuestro país sería el último en salir de la crisis y ayer mismo el Instituto de Crédito Oficial (ICO) reconocía que los préstamos están llegando «con lentitud» a pymes y particulares y a un ritmo «menor» del que cabría desear, otro síntoma para la preocupación que lastra la recuperación. Queda claro, por tanto, que Europa está demasiado lejos todavía de poder afrontar con cierta esperanza el futuro. La evolución de las economías de la Unión confirma también que las medidas puestas en marcha por el G-20 en la última cumbre de Londres, más allá de los discursos grandilocuentes de los líderes mundiales, apenas han hecho mella en la recesión. El horizonte de una reactivación mundial para 2010 nos parece factible, pero debe sustentarse en políticas sólidas y activas que estimulen la actividad y no sólo en iniciativas que actúen como cuidados paliativos ante la adversidad a la espera de una especie de milagro, como sucede en España. Y, sobre todo, hay que partir de un análisis sincero y real de la situación sin que «brotes verdes» imaginarios impidan ver el bosque de la crisis y demoren las soluciones.
✕
Accede a tu cuenta para comentar