País Vasco
Los años de plomo de ETA
MADRID-Más de cuatro décadas de terror han sido necesarias para que la sociedad vasca haya dejado de considerar a los familiares y a las propias víctimas de ETA como los auténticos «causantes» del terrorismo. La conciencia cívica es hoy una realidad que ha costado más de mil muertes y que cuenta además con el cambio político que los propios vascos han hecho posible a través de las urnas. Los familiares de las víctimas aseguran que se ha producido una «evolución lógica» en el ideario vasco y se muestran esperanzados con el Gobierno de Patxi López, a quien califican como la alternativa al «nacionalismo gobernante que ha fomentado la idea del ¿algo habrán hecho».
ANTONIO MIRANDAHijo de guardia civil asesinado (1992) «El hecho de ser una víctima en el País Vasco implicaba un trato peor que en otros lugares. Antes había un vacío en todos los sentidos, no teníamos ni idea de cómo llevar este tema», sostiene Miranda. «En Madrid se volcaron con nosotros», añade. El pasado año, el Ayuntamiento de la capital inauguró unos jardines en el lugar en el que su padre fue asesinado.
MAPI DE LAS HERASViuda de Fernando Múgica (1996) «El pueblo vasco se portó muy mal con las víctimas del terrorismo allá por los años ochenta. Además, se ayudaba económicamente a los etarras», afirma Mapi, quien asegura que «las víctimas estábamos totalmente ignoradas tanto por parte del PSOE como del PNV. Los etarras no son presos políticos, son asesinos». ortempopterid ad coemu atiam rei stuetimis, quit, uterfir onstraceremum trum te conequemurbi es senat.
ÁNGEL ANTUNAHijo de policía asesinado (1980) «Entonces había un atentado cada tres días y se entendía desde las autoridades y desde los medios que lo sucedido se acercaba más a un accidente laboral o a una catástrofe natural», asegura Antuna. «Sin apoyo social e institucional, es muy difícil la recuperación de la víctima».
JAVIER URQUIZOHijo de militar asesinado en 1980 «Antes no había ningún tipo de apoyo oficial. El entonces lendakari no fue al funeral de mi padre y ni siquiera envió un telegrama de condolencias», señala Urquizo. «El mayor homenaje que se puede hacer a las víctimas es una práctica diaria de gobierno para derrotar a ETA».
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