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Chile

«Los libros de aventuras ayudan a escapar»

La Razón
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Hace ocho años viajó a Perú y conoció los restos de la cultura inca. Desde entonces se puso a trabajar en lo que finalmente iría tomando cuerpo de novela, que hace la segunda de su trayectoria. Esa misma historia de ficción, «Nudo de sangre», ganó ayer el Premio Primavera creado por Espasa Calpe y Ámbito Cultural de El Corte Inglés en 1997, dotado con 200.000 euros. Más contento que un niño con un caramelo, Agustín Sánchez Vidal explica que jamás imaginó que aquella historia que perpetró en su cabeza, con aventuras, intriga, amor y un tesoro de por medio, acabaría saltando desde la plataforma de uno de los premios más codiciados.

Es un hombre sin teléfono móvil, lo cual contribuye a resaltar aún más su estampa de personaje. «Sólo conozco a otra persona en España que no lo tiene, el director José Luis García Sánchez. Ahora, con el premio, amenazan con ponérmelo», bromea. Catedrático de Historia del Arte y guionista para cine y televisión, autor de 50 títulos, algunos de ellos dedicados al surrealismo, Buñuel y Dalí, Sánchez Vidal habla con pasión de la cultura inca, trasfondo de esta novela ambientada en los siglos XVI y XVIII.

«De ellos me fascina su capacidad para fundar una cultura que no tenía escritura. Usaban cuerdas y nudos para hacer sus registros, de hecho, su lengua, la lengua quechua, significa cuerda. Instituyeron la sociedad más organizada de toda América, no eran en absoluto caóticos; al contrario de los aztecas no se impusieron mediante el terror. Crearon un imperio muy extenso, desde la actual Colombia hasta Chile, en medio de una naturaleza hostil que ellos supieron respetar».

El repertorio de intereses de Sánchez Vidal ha sido siempre muy amplio, pero hasta hace poco no se había tirado por el tobogán de la novela. «Nudo de sangre» es la segunda, y como hizo en «La llave maestra» (2005), ha posado la mirada en el siglo XVIII, en el personaje de un ingeniero apasionado de la cultura inca que acaba enamorado de una joven criolla, descendiente de los últimos incas: «La gente piensa que es un siglo soso, pero en términos lingüísticos es el más rico de todos».

Su referente literario es Stevenson y, en general, cualquier novela de aventuras bien hilada. Le atribuye virtudes casi terapéuticas: «Las historias de aventuras ayudan a escapar, a compensar la vida sedentaria. Inyectan la emoción de lo que no hemos tenido, es como cuando hacemos un viaje, buscamos lo que a diario no encontramos».