Bucarest
Moldavia abre otro frente a la UE
El presidente de Moldavia, Vladimir Voronin, acusó ayer a Rumanía de estar detrás de los violentos disturbios registrados el martes en la capital, Chisinau, en los que centenares de personas resultaron heridas y quedaron dañados los principales edificios públicos de esa antigua república soviética. «En todos los procesos que han ocurrido aquí está involucrada Rumanía. La paciencia también tiene sus límites. Conocemos a los protagonistas de estos hechos, parte de ellos ha huido», dijo el jefe del Estado y líder del Partido de los Comunistas de Moldavia. En una reunión con representantes de la sociedad civil celebrada en la Casa del Gobierno, Voronin anunció una serie de medidas para poner coto a la «influencia de Rumanía» en el país. «Hemos tomado la decisión de introducir un régimen de visados con Rumanía. Además, el embajador de Rumanía en Moldavia ha sido declarado persona non grata», dijo el jefe del Estado. El jefe de la misión diplomática rumana en Moldavia, Filip Teodorescu, debía abandonar el país en menos de 24 horas. Asimismo, se ha llamado a consultas a la embajadora moldava en Bucarest, Lidia Gucu. Muchos de los manifestantes que tomaron el martes el centro de la capital moldava portaban banderas rumanas y coreaban eslóganes en favor de la unificación de Moldavia con Rumanía. «Somos rumanos» y «Antes muertos que comunistas», eran las principales consignas de los manifestantes, muy jóvenes en su mayoría, que la víspera tomaron por asalto la Presidencia y el Parlamento. Las protestas en la capital moldava comenzaron el lunes pasado tras el anuncio de los resultados de las elecciones parlamentarias del día anterior, según los cuales el gobernante Partido de los Comunistas de Moldavia obtuvo el 50 por ciento de los votos. Esos resultados, gracias al sistema de reparto proporcional de escaños, dan a los comunistas una amplia mayoría en la Cámara, que es, según la Constitución moldava, la que elige al jefe del Estado. Los partidos de la oposición denunciaron fraude y llamaron a sus partidarios a manifestarse en las calles de la capital, pero tras los disturbios de ayer declararon que no tienen ninguna relación con los desórdenes, que calificaron de espontáneos. «Cuando la bandera de Rumanía fue izada sobre la residencia oficial del presidente, quedaron claras las posiciones antiestatales de la oposición. Es evidente que ayer hubo un intento de golpe de Estado», afirmó Voronin. La Policía mantenía ayer el control de los accesos a la capital con el fin de prevenir la llegada de manifestantes desde otras localidades del país. El caos económico y la extrema pobreza -Moldavia es considerada por el Banco Mundial el Estado más pobre de Europa-, hicieron que los moldavos votaran en 2001 a los comunistas, que retornaron así al poder con la promesa de conducir al país a la Unión Europea.
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