Los Ángeles
Netrebko la diva ha vuelto
La soprano reaparece en San Petersburgo con «Lucia di Lammermoor» tras pasar seis meses apartada de la ópera por su reciente maternidad
BERlín-Mucho se ha escrito ya sobre la irrupción de la mercadotecnia moderna, procedente de otros géneros artísticos, en el mundo de la ópera. Según esa teoría, para ser barítono o soprano no basta con tener unas privilegiadas cuerdas vocales ni haber cultivado durante años un talento innato con el abono de la formación académica. En el siglo XXI hay que ser atractivo. Y en ese juicio mediático en que la fiscalía de los más puristas denuncia el oropel de imagen y «marketing» que rodea a la ópera actual, la acusación posee una prueba concluyente: la turbadora belleza de Anna Netrebko. Tiene 38 años, ojos azabache y cierto aire de «prima donna» del neorrealismo italiano. Le asiste, además, un compañero sentimental, igualmente atractivo y también cantante de ópera (el uruguayo Erwin Schrott), y un precioso bebé de cuatro meses que, como acostumbran los actores de Hollywood, ya ha mostrado a la prensa. Atesora, por último, una voz contundente pero flexible –capaz de alcanzar el mi bemol alto de soprano y notas más agudas– que modula como el titiritero maneja a su marioneta. Con tales atributos, es difícil discrepar de quienes la catalogan como «la gran diva del siglo XXI». Entre ellos se cuenta Putin, que la considera su cantante favorita.
Con el papel vendido
Después de medio año retirada de los escenarios por el nacimiento del pequeño Tiago, la soprano protagoniza estos días un regreso polisémico. Vuelve a la actividad lírica con una doble función (la primera, el miércoles; la segunda, mañana) de «Lucia di Lamermoor», un papel que ya interpretara con éxito en 2003 en Los Ángeles. Y retorna, además, en el auditorio que la vio nacer como artista, el Mariinski de San Petersburgo, cuyas tablas barrió como estudiante antes de ser descubierta por Valery Gergiev. La enorme expectación surgida en torno a su regreso había agotado, antes de Año Nuevo, todas las entradas.
«Mi última aparición fue en junio [en Viena, con Rolando Villazón y Plácido Domingo]. Después paré completamente y no abrí la boca en meses», reconoce en la web de la Metropolitan Opera de Nueva York, en donde hasta febrero continuará dando vida a la Lucia de Gaetano Donizetti. «Volví a practicar hace unas semanas. Pensaba que me costaría pero no, ¡mi voz todavía estaba allí!» exclama sorprendida. «Hay muchas sopranos que han perdido la suya tras dar a luz, pero en mi caso sigue exactamente como la dejé».
Consciente de su talento–«pertenezco a una nueva generación de cantantes que no podemos limitarnos simplemente a cantar, también tenemos que actuar»–, la Netrebko no ha dudado en enfundarse el chándal para rebajar su peso tras el parto. Durante dos meses, ha seguido un duro entrenamiento intensivo en Viena, donde reside desde que accediera a la nacionalidad austriaca en 2006.
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