Nueva York

Owen apunta a la crisis financiera

Owen apunta a la crisis financiera
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Tal vez no posea la belleza apolínea de Jude Law ni el encanto arrabalero de Colin Farrell pero, a sus 44 años, Clive Owen goza de una capacidad de seducción que ningún otro actor británico, actualmente, puede igualar. Con «Duplicity» aún en cartel y mientras trabaja en otras tres cintas, llega a las salas españolas «The International: dinero en la sombra», un «thriller» económico en el que Owen encarna a un agente de la Interpol obsesionado por desenmascarar a los malos, quienes, en estos tiempos de crisis, no se ocultan en malolientes tugurios de los bajos fondos, sino en la plantas nobles de un banco multinacional. Pero que no cunda el pánico: no es un banco normal. En lugar de conceder hipotecas, en su sede se blanquea dinero de siniestra procedencia, y entre sus clientes figuran militares golpistas o bandas terroristas.Un policía de carne y huesoCualquier parecido con los bancos de verdad es pura coincidencia… ¿o no? «Me parece que sí existen casos así», defiende Owen a LA RAZÓN, «por la manera en que funciona el mundo y la economía creo que es una cinta realista». Después de años preparando el guión, y meses de retraso en el lanzamiento de la película, la crisis financiera se ha convertido en la mejor promoción de un film rabiosamente actual.El director alemán Tom Tykwer («Corre, Lola, corre» o «El perfume») ha repasado los «thrillers» de los 70 para dar con la fórmula. «Todo el equipo vimos algunos clásicos como "The French Connection", "La conversación", "Ultimo testigo"o "Los tres días del cóndor"», reconoce Owen. El resultado combina las teorías de la conspiración con tiroteos y persecuciones. «Cuando Tom me describió la película me dijo que no sería una cinta de acción, pero la escena en el Guggenheim de Nueva York es una de las mejores que he rodado», revela el actor.Pero a diferencia de otros héroes, capaces de salir de cualquier refriega con el peinado incólume, Louis Salinger –el personaje de Owen– tiene un aspecto horrible durante gran parte del metraje. «Prefiero este enfoque. Lo normal no es parecer sexy por estar disparando, sino asustado porque te están disparando», argumenta. Y, además de vulnerable, Salinger es un adicto al trabajo. «Hubo un tiempo en que yo rocé esa adicción y tuve que parar. El periodo de gestación de un guión es importantísimo».Como fundamental es la química entre Owen y su compañera de reparto, Naomi Watts, que acababa de dar a luz cuando comenzó el rodaje. «Es maravillosa». Pero no se engañen: en la película, como en la vida real, su relación es sólo profesional. «Me gustó que entre los protagonistas sólo hubiera trabajo», subraya.

Un galánSus 189 centímetros de humanidad se mueven con una elegancia natural, con cierto dandismo incluso, y su gusto por la moda –venera a Armani– refuerza la sensación de que es un galán sin ínfulas. «No sé qué convierte a un hombre en fascinante. Tendremos que preguntarle a una mujer», bromea. Su voz grave libera unas carcajadas tan espontáneas como atronadoras, tras las que se intuye un tipo ocurrente. Entre risas, Clive Owen abomina de la sofisticación financiera: «No me seduce la Bolsa, ni los fondos de inversión. Por eso no he perdido dinero con la crisis», se burla el azote de los banqueros en «The International».