Feria de Málaga
Peligroso valor de Aguilar
Pamplona- Sergio Aguilar completó una tarde muy torera, en especial ante el peligroso sexto con el que arriesgó lo indecible, hasta llegar a los aficionados y a los mozos. El riesgo era evidente porque, a la menor equivocación, podría haber cornada. Antonio Barrera cortó una benévola oreja del bravo y noble primero y estuvo digno con el atravesado cuarto. Francisco Marco no tuvo suerte con su lote, su primero peligroso y el segundo manso. Los toros de Cebada, excepto el nombrado primero y el manejable tercero, desarrollaron genio y presentaron muchas dificultades. Los toreros estuvieron muy por encima de ellos. El público, incluidas las peñas, conscientes de las dificultades que había en el ruedo, estuvieron mucho menos bulliciosas y cantarines que en otras ocasiones. Barrera lanceó bien al primero, al que hizo un bonito quite por gaoneras. El inicio en el centro del ruedo por la espalda, emotivo. Las cuatro tandas que siguieron con la diestra, valerosas aunque faltas de templanza, la que tenía el animal. Cuando se decidió por naturales había que tirar del toro y los pases resultaron vulgares. Buenas chicuelinas Se mostró muy digno con el peligroso cuarto, imposible por el pitón izquierdo y, en el transcurso de la faena, por el dererecho. Francisco Marco recibió con buenos lances y un buen quite por chicuelinas al manso y peligroso cuarto que, en el segundo muletazo de rodillas, se coló por el pitón derecho con peligro. El torero lo intentó y corrió mucho riesgo por ese lado, hasta que cambió al izquierdo, por donde el animal tampoco pasaba. Faena honrada, valiente y de mucha exposición. Con el insulso quinto poco pudo hacer sino estar valeroso y con voluntad. Lo peor, que se pasó de intento de faena, lo que le costó una voltereta y dificultades para igualarlo a la hora de matar. Aguilar no acabó de acoplarse con el mansote pero noble tercero, quizás porque no le encontró la media distancia que necesitaba. Series por ambos pitones, valerosas, aunque sin llegar demasiado a los tendidos. Con el peligroso sexto se jugó la vida a cara de perro. Aguantó tarrascadas hasta lograr series con ambas manos a fuerza de tragar y sin quitarle la muleta de los ojos. Faena de mérito y de valor.
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