Barcelona
Radiografía de la infidelidad
Cualquier acción tiene sus consecuencias. Incluso la omisión de acción las tiene. No hay escapatoria posible, nos determinamos a cada segundo. Y si hablamos de una infidelidad, de una mujer con la tentación delante de engañar a su pareja, no hay marcha atrás que valga. La escritora estadounidense Lionel Shriver investiga las dos caras de la infidelidad, la que se lleva acabo y la que no, en «El mundo después del cumpleaños» (Anagrama), novela de dos caras en que seguimos la pista a Irina, una ilustradora de libros infantiles con una duda en la cabeza. ¿Ser o no ser infiel, esta es la cuestión?
Juego de carambolas
Shriver divide así la novela en dos partes. En la primera, Irina caerá en la tentación, abandonará a su marido y se irá con un atractivo jugador de «snooker». En la segunda, superará sus deseos, se olvidará de aquel misterioso hombre, y permanecerá fiel a su marido. «Pienso que la persona que tenemos al lado, nuestra pareja, nos determina de muchas maneras. Su influencia nos cambia por completo la vida. Quería investigar el día a día de estos cambios, de estas diferencias», aseguró ayer la escritora.
El libro quiere ser una demostración empírica de que siempre hay que pagar un precio por todas nuestras acciones y a veces no vale la pena. «Nunca tenemos la información suficiente para saber lo que nos pasará si nos embarcamos en una relación. ¿Qué hubiese hecho Irina si hubiese podido leer el libro y las consecuencias de su infidelidad? En realidad, al final descubrimos que estas dos vidas diferentes la han llevado al mismo sitio», dijo Shriver.
La escritora radiografía así el sentimiento de culpa de su protagonista, hasta el punto de hacerla por completo transparente para el lector. La honestidad con la que Shriver se enfrenta al problema es escalofriante. «Hace unos años me vi en la misma encrucijada de elegir entre dos hombres muy diferentes y de allí nació la motivación del libro, pero no soy Irina, todos los personajes tienen algo de mí», afirmo la autora. Después de su éxito, con polémica incluida, de «Tenemos que hablar de Kevin», en el que hacía volar por los aires los tópicos de la maternidad con la historia de una madre que oida a su hijo, ahora hace lo mismo con el mundo de la pareja, sobre todo, en su exploración de su intimidad cotidiana. «La literatura toca las grandes pasiones, pero no ha investigado suficiente el amor de la pareja madura, su cotidianidad, sus pequeños rituales. Muchos piensan que es aburrido, pero yo creo que es maravilloso», afirmó. El billar, en su caso el «snooker», profesión del posible amante, es una metáfora de la imprevisibilidad del mundo de la pareja. «Es el único deporte que me gusta. Los jugadores preparan toda la partida de antemano, pero si un tiro les falla, tienen que replantearselo todo», afirmó.
«John Updike es un metiroso»
El sexo es una de las partes angulares de la novela, aunque la autora no quería reducirla a una mera cuestión de hormonas. «Quería escribir sobre sexo como pasa y no las fantasías de una revista pornográfica», dijo Shriver. Hablar sobre sexo no es nada fácil y menos por escrito. «No hay muchos escritores que sepan escribir bien sobre este tema. Quieren ser demasiado geográficos, describir dónde se pone la mano. Eso es muy aburrido. Para escribir sobre sexo se ha de describir lo que pasa por la cabeza de los personajes», señaló Shriver. La autora afirmó que John Updike, conocido como el escritor del adulterio, «está totalmente sobrevalorado» ya que «es un mentiroso».
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