Música
Robos de e-mail: todos podemos ser Bisbal
El caso sufrido por David Bisbal pone a la policía en alerta ante un delito cada vez más habitual.
Bisbal asegura haber recuperado la «plena felicidad» después de que fueran detenidas las dos mujeres que le amenazaron con sacar a la luz fotos en las que aparecía semidesnudo, así como detalles de sus relaciones con Chenoa y Elena Tablada. Les bastó adivinar la clave de su e-mail desde la República Dominicana para poner en marcha una campaña de extorsión con 80.000 euros por medio. Pero él no es el primer personaje público que ha visto amenazada su vida privada a partir de un robo de material informático. Hace poco más de un mes a Sarah Ferguson le sustrajeron su portátil con fotos íntimas y a Tom Cruise le quitaron la memoria del teléfono móvil con la agenda de medio Hollywood.
Sin embargo, el acoso sufrido por el artista ha puesto de relieve un ciberdelito cada vez más habitual: la usurpación de las cuentas personales de correo electrónico. «Si eres un personaje público aparentemente eres más vulnerable, pero todos podemos ser susceptibles de estos ataques dirigidos», comenta el capitán Alfonso de Miguel, que estuvo al frente del equipo de la Guardia Civil que viajó al país caribeño para resolver el chantaje al que se vio sometido el cantante.
Delito criminal
Cabría pensar que el espionaje empresarial es el principal objetivo de estos asaltos. Sin embargo, el Grupo de Delitos Telemáticos de la Benemérita se topa cada vez con más frecuencia con casos que ahondan en la intimidad afectiva y las relaciones sentimentales del propietario del e-mail.
Así, una de las últimas operaciones resueltas acabó con la detención de una mujer que, después de adivinar la contraseña del correo de su ex marido, se hizo pasar por él en un chat y comenzó a coquetear con toda aquella que se cruzaba en el ciberespacio.
«El problema radica en que la gente no denuncia, bien porque la información no es importante, porque no se han enterado de que son víctimas o porque prefieren no complicarse la vida», recuerda De Miguel. Aunque resulta complicado determinar la media de tiempo que pueden tardar en resolver estos casos, no suelen pasar más de dos meses antes «de dar con los malos», como llaman a estos ciberdelincuentes dentro del Grupo. Eso sí, la trama se complica cuando, como en el caso de Bisbal, se ven involucrados varios países, no tanto por la falta de colaboración –con las Fuerzas de Seguridad europeas y del continente americano la ayuda es más que fluida–, sino por las diferencias existentes en los ordenamientos jurídicos, esto es, una vulneración de derechos puede que sea delito en España y no en el país donde se está cometiendo ese abuso.
Ante este peligroso juego de extorsiones a golpe de mail, ¿estamos indefensos? «No es ni más ni menos vulnerable enviar una carta a tu novia por correo postal que por electrónico. De hecho, el delito criminal es el mismo», defiende. Aun así, no está de más tener un poco de picardía y ponérselo difícil a los delincuentes evitando usar contraseñas sencillas, tener precauciones si el ordenador es compartido, evitar que todas las claves estén guardadas en el PDA y tener precaución con dejar la puerta de nuestro buzón en lugares comunes como Facebook o el messenger. Lo que no es aconsejable, advierten desde la Guardia Civil, es vivir en una alarma permanente y pensar que un Gran Hermano nos tiene controlado hasta en esa pequeña parcela de intimidad que hemos edificado, sin necesidad de hipoteca, en la red de redes.
«Las acosadoras no eran tan ingenuas»
«Sería un error hablar de ingenuidad, chiquillería o de una simple gamberrada sobre las delincuentes que extorsionaron a David Bisbal», defiende el capitán De Miguel, que siguió de cerca a Massiel María y Patricia Miguelina, las dos dominicanas que estuvieron al frente del chantaje al cantante. «Es verdad que existía una cierta no profesionalidad en los métodos utilizados, pero lo cierto es que eran plenamente conscientes de lo que hacían, y lejos de acongojarse cuando recibieron el primer envío de dinero, pidieron más», aclara. Al paso, desmiente que el cantante pecara de imprudente: «Se está achacando a la inocencia del personaje que hubieran adivinado su contraseña, cosa que no era así», comenta el agente, que, sin entrar en detalles, mantiene que «ni la clave eran tan sencilla ni las respuestas a las preguntas que debían contestar eran fáciles de averiguar».
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