Salamanca
«Se oía gritar y llorar a los niños»
La Policía Municipal cierra una clínica que hacía ablaciones y circuncisiones
Dos policías municipales de paisano aguardan a las puertas de una clínica. Es el primero de mayo y son las once de la mañana. De la puerta del local situado en la calle Coslada, 14 sale una pareja de origen nigeriano acompañada de sus dos hijos pequeños. Los niños están llorando así que los agentes les preguntan el motivo de la visita al local, pero no quieren contestar.
Media hora más tarde, casi idéntica estampa. Padre nigeriano con dos niños de corta edad. Tampoco quieren líos y no aportan información a los policías.
No es hasta el mediodía cuando los municipales obtienen una respuesta de otro matrimonio. «Hemos venido a hacerle una circuncisión a nuestro hijo, pero estamos preocupados porque la clínica está muy sucia».
Dos compañeros uniformados entran entonces en la clínica. Allí, en una habitación, le están realizando una intervención quirúrgica en el pene a un niño de seis semanas de edad. El médico no llevaba en ese momento guantes, ni bata, ni gorro ni mascarilla. De hecho, viste de traje. Como única ayuda, el facultativo cuenta con la madre del pequeño que le sujeta el pene mientras él le interviene.
Así es cómo se destapó la clínica ilegal que la Policía Municipal clausuró hace apenas diez días. Antes incluso, una denuncia anónima al Defensor del Menor desató las alarmas. Alguien estaba convencido de que en ese semisotano del barrio de Salamanca se practicaban ablaciones porque entraban niñas musulmanas y los vecinos oían los gritos de las pequeñas.
Lo más sorprendente es que el dueño de la clínica trabaja como médico en el Hospital de la Princesa. Ibrahim Ali Mohamed Salem ejercía como cirujano traumatólogo ortopédico. Antes de pillarle in fraganti, la Policía acudió al local, pero estaba cerrado.
Los vecinos aseguraron que la clínica estaba casi siempre fuera de funcionamiento y los agentes comprobaron que presentaba signos evidentes de abandono.
Insectos muertos y colillas
Porque además de la intervención ilegal que estaba practicando Ibrahim cuando la Policía entró en el local, la clínica no reunía las condiciones sanitarias requeridas para realizar ninguna actividad de ese tipo. Según fuentes policiales, todas las instalaciones de la clínica se encontraban en un estado deplorable de limpieza.
Había restos de cigarrillos, insectos muertos en la sala de operaciones así como suciedad y polvo en todas las habitaciones.
Las familias aseguran que acudieron a la clínica porque distintos amigos les habían recomendado al doctor y que las intervenciones tenían un precio de 250 euros. La madre de uno de los niños incl uso viajó en autobús desde Logroño para que circuncidaran a su hijo.
Ibrahim no tenía las licencias necesarias para ejercer en la clínica. Ahora, las investigaciones están en manos de la Policía Nacional y el local clausurado.
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