Comunidad de Madrid
Senda por el Aranjuez monumental
Estará repleto de turistas cualquier fin de semana. Se lo ha ganado a pulso. Pero si se visita el Real Sitio una mañana que Aranjuez tenga poca tarea, el visitante juega con la sensación de estar descubriendo algo extraordinario. Un paseo con las calles desiertas es seguramente la mejor opción para el senderismo urbano en la Comunidad de Madrid. Situado, y por tal razón elegido, justo entre la capital y Toledo. Tocado por la varita mágica cuando Madrid aún no era tan impersonal y Toledo era mucho más imperial. La Glorieta de Rusiñol es el punto de partida, la primera imagen que el visitante disfruta del Palacio, aunque previamente es conveniente caminar con tranquilidad por todos los jardines colindantes. El Jardín del Rey, Jardín de la Reina, Jardín de la Isla y, sobre todo, el Jardín del Parterre (frente al monumental edificio). Flora Belleza al margen del inconmensurable Palacio, destaca en el Jardín del Parterre la rabiosa manera con la que se han agarrado al paisaje enormes magnolios y madroños. Entre tanto estanque, flores violetas y balcones de sangre azul, el viajante de repente se descubre tirando de carrete para recordar esos elegantes árboles ancianos. Con ellos y con los aéreos visitantes de sus ramas el carrete se termina, claro. La era digital se creó a raíz de lugares como Aranjuez, ni más ni menos. La visita al entorno del Palacio emana una sincera vibración de sosiego, casi el mismo que se respiraba cuando los Reyes Católicos y Carlos I de España (y V de Alemania) regresaban de sus interminables jornadas de caza. Por todos sus aposentos todos los Reyes que por allí pasaron cual dejaron su sello personal. Así, se nota el gusto decorativo de los anteriormente citados, y el de Felipe II, Felipe V y Carlos III. Tras esta visita se puede continuar la ruta conociendo rincones históricos como los de la calle Toledo, la plaza de Parejas, la calle San Antonio, la Real Capilla de San Antonio, la calle de la Florida, la Plaza de la Constitución, la calle Abastos o la calle del Príncipe. A lo largo de todo este camino surgen el Palacio Silvela, la Casa de Oficios y Cuarto de Caballeros, el antiguo Palacio de Godoy o el Palacio del Duque de Medinaceli, entre otras joyas arquitectónicas. En el Jardín del Príncipe son los álamos y chopos los que toman literalmente el paseo, envidiosos de los otros bellos árboles. Es la parte final de esta ruta, incluida en el programa oficial de la Consejería de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid. Basta para comprender la importancia de estas calles el simple dato de que la idea de la plantación de esta hilera final de grandes ejemplares data de 1553. España era una niña todavía. Visitando todos los monumentos y edificios recomendados el trayecto se alarga casi cinco horas, que se pasan volando. A todo el mundo le gustaría formar parte mucho más tiempo de la vida en la Corte.
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