Bogotá
«Sin palabras no hay memoria»
Laura Restrepo / Escritora
Laura Restrepo necesitaba poner palabras donde había silencios... A la dictadura de Videla, primero, pero especialmente sobre los motivos por los que un hombre desaparece de la vida de su familia. El abandono ha marcado hasta tal punto la existencia del protagonista de «Demasiados héroes» (Alfaguara) que necesita viajar a Argentina con su madre para buscar al padre perdido. «El pasado que no ha sido nombrado con palabras no es memoria, es acechanza», sentencia la novelista, «por eso cada nueva generación debe dar un lenguaje nuevo a los hechos». Hasta siete veces rehizo la autora de «Delirios» este libro, pues temía incurrir en el tono nostálgico o panfletario; «sólo al contraponer dos voces tan dispares: la de la revolucionaria quien bien conozco frente al discurso de un joven de la generación de la Nintendo, encontré la nota media para centrar el tono narrativo». Con el «yo» dividido entre la evocación y la autocrítica, debatió con su propio hijo sobre los diferentes borradores de la novela. «Su gran aportación fue cederme las cartas que escribió a su propio padre cuando estaba desaparecido». Y así transcurre la historia, con idéntico dolor de fondo, aunque con la necesidad de darle un nombre de distinta forma: el leguaje directo del joven que sólo conoce los superhéroes virtuales frente a una madre infectada de códigos verbales eufemísticos... «En aquella época había una mentalidad colectiva que iba en detrimento de la construcción de cualquier visión interior», por eso Lorenza, como todos nosotros, «estaba imbuida de una fuerte dosis de sectarismo donde el individuo se ve obligado a anularse dentro de sí». La escritora recuerda cómo tras sus años de militancia en la clandestinidad argentina, al regresar para impartir sus clases de literatura griega en Bogotá, no recordaba nada de lo leído: «Mis neuronas habían estado en función de una causa, y sometidas a tal estrés, que mis esquemas culturales se habían anulado». «Demasiados héroes» no es una novela histórica sino la ambivalencia de una madre que ha construido un superhombre sobre las cenizas de su marido frente a un hijo que sólo busca la verdad acerca de su padre. Trotskista antes que budista zen«Vivo a caballo entre México y Bogotá, entre mi casa y la de mi compañero, mientras preparo mi siguiente libro que es una comedia con la que estoy disfrutando muchísimo», explica Laura Restrepo al tiempo que asegura que sus convicciones trotskistas siguen intactas: «Me siguen pareciendo un marco de referencia ideológico para seguir moviéndome. Sólo dejaré de ser trotskista el día que me vuelva budista zen». «No olvidemos –prosigue– que Trotski, como pensador, estuvo en un triángulo histórico muy particular: fue antiimperalista, antifascista y antiestalinista».
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