Atlético de Madrid
Pérez Burrull escamotea dos penaltis a Osasuna: gana 3-1 el Madrid de Boluda
Madrid- Juanfran soñará con Pérez Burrull, sufrirá pesadillas largo tiempo; descubrirá, si lo ignoraba, la indefensión, la impotencia y la injusticia. Le hicieron dos penaltis, flagrantes, diáfanos; no le señalaron ninguno y fue expulsado por acumulación de amonestaciones. Si vuelve a encontrarse con este árbitro, que no pise el área, por su bien. Gago, con 0-0, y Pepe, con 2-1, le derribaron y salieron indemnes. Acciones así, o parecidas, mantienen al equipo de Camacho sumido en el descenso y a Ziganda, en el paro. Mientras, el Madrid de Juande, paso a paso, sale a flote de su mano, accidentalmente de la mano de Pérez Burrull y habitualmente prendido de Robben, el gran solista del equipo.
Instantes antes de todo eso, ni un grito de apoyo ni de crítica, ni una pancarta alusiva a la semana del asambleazo; nada. Los aficionados madridistas acudieron al Bernabéu, y no lo llenaron, como cualquier otro domingo. El rival era lo de menos. Tarde rutinaria. Ni pasión ni ira, público autómata. Sólo los cánticos, habitualmente ofensivos contra el adversario, de los ultras, aquellos convidados que pusieron la primera piedra a la dimisión del «olvidado» Calderón el 7-D, rompían la monotonía. Añora esta afición tanto la paz que sólo alteró el silencio administrativo cuando el árbitro decretó el descanso. Y perdía el Madrid, 0-1.
La puesta en escena de Juande Ramos, ajena al entorno, al embolado de Boluda, no difirió de las anteriores. Ha encontrado el equipo-tipo. Y como se ha vuelto a lesionar Guti sin jugar, no hay discusión: primero Lass; después, Huntelaar. Tampoco varía la estrategia, que consiste en salir centelleante del vestuario, atacar con Higuaín o Robben y marcar... Higuaín rozó los buenos planes del entrenador, pero chocó con Roberto, el meta visitante.
También Camacho tenía su estrategia. Camacho es más madridista que Boluda, Calderón, Juande y el 90 por ciento de la plantilla del Madrid juntos. Ayer podía haber visto el partido en el palco, donde Mijatovic, de no ser por el maldito voto por correo; pero estaba abajo, en el banquillo de Osasuna, entregado a la causa de quien le paga. Conoce muy bien a su ex y planteó un partido perro y valiente. Adelantó la defensa, insistió con Juanfran por la banda de Heinze, ordenó presión, anticipación y concentración, y exigió orden. Fallido el primer latigazo, aquel de Higuaín, dominó el encuentro y a los 14 minutos se revolvió en el banquillo, indignado. Juanfran regateó a Gago en el área, éste le zancadilleó, penalti. Pérez Burrull prefirió amonestar a Juanfran «por tirarse».
No hubo reacción madridista. El equipo de Juande continuaba atascado, espeso, no encontraba a Robben y sin Robben, mientras Pérez Burrull no intervenga, no hay paraíso. Osasuna, en cambio, entraba por los extremos: centró Plasil desde el izquierdo, Nekounam saltó más que Cannavaro, sorprendió a Casillas con el colocado cabezazo y enmudeció el Bernabéu... Hasta que la torrija de su equipo fue aún más patente y empezó a protestar. Cuando el equipo se fue al descanso le acompañó una sonora bronca. ¿Calderón? ¿Boluda? ¿Elecciones anticipadas? ¿Florentino? Goles, fútbol, resultados, diversión, carácter, eso es lo que exige el socio, que recuperó la sonrisa cuando a los 50 minutos Sergio Ramos disparó desde 30 metros y Roberto, aliado de Burrull, se tragó el pelotazo.
El gol del empate lo hizo Sergio, ahora central, tras los cambios introducidos por Juande. Dejó en la caseta a Cannavaro y a Sneijder; entraron Van der Vaart y Huntelaar. Lass se estrenó como lateral derecho y Raúl retrasó su posición. A Osasuna se le multiplicaron los problemas; ya no le resultaba sencillo sujetar a sus pares; el Madrid había recuperado la movilidad, milagro, y la profundidad, y al ser más vertical a Robben le llegaban más balones, y eso es letal para el contrario, de ahí el 2-1, originado en las botas de este centelleante holandés y aprovechado por Higuaín, por fin.
Otra de las virtudes de Juande es que ve el fútbol y su diagnosis de los problemas es una garantía, acaso no de continuidad... No titubea con los cambios y eso lo agradece el equipo. Tampoco dudó Camacho cuando, con el marcador en contra, recurrió a Portillo, silbado en el Bernabéu, ¿por ser de la casa?, y sacrificó a Plasil. Quería más pegada.
Naturalmente, Juande contrarrestó la táctica cambiando a Marcelo, un defensa, por Higuaín, un delantero, y goleador. Juande no arriesga. Le han contratado para rescatar al Madrid de la anarquía en que lo sumió Schuster y desde que se hizo cargo del equipo suma de tres en tres. Sólo perdió con el inalcanzable Barça. Y no contaba Juande, cuando llegó al Madrid, con aliados de la categoría de Pérez Burrull, enemigo número uno de Juanfran y, por ende, de Osasuna. Volvió a sufrir un penalti en el minuto 83. Se lo hizo Pepe, más claro aún que el de Gago. Pues volvió a ser amonestado, «por tirarse», y le expulsó. ¿Qué le habrá hecho Juanfran a Pérez Burrull? Ya frente a diez, Casillas dejó de ver camisetas rojas y Robben, el desequilibrador, se inventó el tercer y último tanto, que hubiera firmado Messi. El 3-1, injusto y excesivo, da la bienvenida a Vicente Boluda –¿tendrá flor?– y masacra a Osasuna.
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