San Francisco

Stravinski a medio gas

La Razón
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«La carrera del libertino»
Igor Stravinski. Solistas: María Bayo, Toby Spence, Johan Reuter, Julianne Young, Daniela Barcellona... Director musical: Christopher Hogwood. Director de escena: Robert Lepage. Orquesta Sinfónica de Madrid.11-I-2009. Teatro Real. Madrid
«The rake's progress», ese fruto stravinskiano de un tardío neoclasicismo, posee una música estimulante que estiliza elegante y satíricamente el mundo del XVIII e introduce elementos barroquizantes, crea arias y conjuntos que nos traen, con un aire refrescante, las estructuras de otra época. Factores que hacen que la obra, que frecuentemente se queda en lo decorativamente amable, tenga una personalidad y una gracia que le prestan una epidermis jugosa, irónica, picante.
Como el Hollywood de los 50
Creemos que esta cuidada coproducción a cinco bandas –además del Teatro madrileño, La Monnaie, Covent Garden, ópera de Lyon y la ópera de San Francisco– ha carecido justamente de ese valor punzante, que haga que lo que en el fondo es un pastiche –maravilloso, pero un pastiche– exento de dramatismo se convierta en una narración fluida, animada, que, al tiempo que mantiene el interés de la historia, nos impulse a participar en el juego y en su moraleja y que dé vuelo a su cristalina música.
A la batuta del siempre correcto Hogwood, del que, dados sus antecedentes musicales, esperábamos mucho más, le ha faltado precisamente el aire, al aliento, la energía, la habilidad acentual para diferenciar unos ritmos y unas danzas de otros. Casi todo ha sido más bien plano y anodino y la orquesta ha sonado sin transparencia. En lo escénico, Robert Lepage ha tenido la excelente idea de aclimatar la historia al mundo hollywoodense de los 50 o 60. Curioso pero lleno de sentido; y de sentidos. Efectos en cinemascope, realismo y escenarios fantasiosos e imaginativos; una estilización colorista muy bonita. No ha habido, estimamos, la necesaria correlación entre el foso y la escena.
Problemas en las voces
Sobre el equipo vocal habría que pasar un tupido velo. Resaltamos la buena labor global de Toby Spence, de voz algo opaca y agudos abiertos y mates, que se superó en el delicado final en el manicomio. María Bayo tuvo problemas de afinación y en el agudo y relativa destreza en las agilidades, aunque hizo una bella despedida. No parece en la actualidad éste el mejor papel para ella. Al buen barítono que es Johan Reuter le falta entidad y picaresca para Shadow y Daniela Barcellona es de estuche demasiado liviano para Baba la Turca. Decoroso Eduardo Santamaría en el subastador y medianillo el resto.