Hamás

Un cooperante español se queda en Gaza pese a que Israel deja salir a los extranjeros

El cooperante español Alberto Arce, del movimiento «Free Gaza», permanecerá en la franja palestina, donde continúan los bombardeos israelíes, pese a que Israel abrió hoy temporalmente la frontera para permitir la salida de extranjeros.

«Hemos decidido quedarnos para ser testigos de los crímenes que está cometiendo Israel contra la población palestina», dijo a Efe este cooperante de Gijón de 32 años en conversación telefónica desde Gaza capital.
«Ahora que sabemos que no dejan entrar en Gaza a periodistas extranjeros, consideramos que a la labor humanitaria que vinimos hacer se le añade la tarea de convertirnos en los ojos, las palabras y los oídos de la comunidad internacional, que se ve privada de obtener testimonios en directo de lo que ocurre aquí», añadió.
Arce, que ha sido deportado por Israel en tres ocasiones cuando trataba de entrar a los territorios palestinos, asegura no tener medio por la «fuerte convicción» que les lleva a él y los otros siete cooperantes de su movimiento a quedarse en Gaza para «transmitir al mundo que la vida de un europeo no vale más que la de un palestino».
«No me considero mejor que ellos y por ello no voy a aceptar los privilegios que se me ofrecen como extranjero», explicó.
«Permaneceremos todo el tiempo que podamos al lado de la población palestina», añadió. Gaza capital, señaló Arce, es hoy «una ciudad fantasma donde todos los comercios están cerrados, circulan muy pocos coches y se oye sistemáticamente el sonido de los aviones espía, los F16 y los helicópteros israelíes».
Desde que comenzaron los bombardeos israelíes el pasado sábado la ofensiva se ha saldado con más de 420 muertos y 2.200 heridos.
El cooperante gijonense describió la situación que se vive en la franja palestina es de «un desastre humanitario absoluto».
Tras entrevistarse esta mañana con el viceministro de Sanidad de Hamás, Arce indicó que «hay un total colapso sanitario y una ausencia de medicamentos muy importante; faltan al menos 135 tipos de medicamentos básicos y los hospitales sufren constantes caídas de electricidad que dejan bajo mínimos a las unidades de cuidados intensivos».
«Ahora mismo estoy frente al hospital de Shifa (el más grande de Gaza), frente a la fachada donde todos los cristales están reventados» lo que, junto a la falta de electricidad, hace que los enfermos tengan que sufrir el frío del invierno.
En referencia a la situación alimentaria, Arce asegura que «en los campos de refugiados están cocinando en hornos de barro con troncos de madera, después de horas y horas de espera y colas para conseguir harina».
«La gente pasa hambre y muchos de los alimentos que logran conseguir están caducados», añadió.