Elecciones
Un estudio independiente certifica las anomalías
Las irregularidades en las elecciones presidenciales de la República Islámica han sido estudiadas por tres instituciones británicas, el Chatham House; el Instituto de Estudios Iraníes y la Universidad de St Andrews, que han publicado un análisis preliminar sobre los resultados. En el documento de diecinueve páginas no se encuentra una relación directa entre la participación masiva del 12-J y el trasvase de votos a la candidatura de Ahmadineyad. En una comparativa con las elecciones de 2005 se determina que en las provincias conservadoras de Mazandaran y Yazd la participación superó el 100% de los electores registrados; que en cuatro departamentos se alcanza el 90%, y que en sólo dos se está por debajo del 70%. En el 12-J, el actual presidente habría aumentado en un 113% el voto conservador. En cambio, en 2005 siete de las 30 provincias iraníes registraron una abstención del 40% y diez del 30%.
Irán, no obstante, es un país en el que las alegaciones del uso de voto de los difuntos han sido una constante. La ausencia de un censo ortodoxo facilita este tipo de prácticas fraudulentas. En las elecciones de 2001, que dieron la victoria a Jatami, el Instituto de Democracia y Asistencia Electoral de Estocolmo certificó que hubo un 12,9% más de electores registrados que ciudadanos en edad de votar. Con todo, el informe discute la idea de que el triunfo de «Ahmadineyad se deba a una masiva participación de una mayoría conservadora previamente silenciada».
De acuerdo con los datos oficiales, el presidente ultraconservador suma a los 11,5 millones de votos de las elecciones anteriores la friolera de 13 millones. El estudio establece tres posibles fuentes de votos: los 10,6 millones de ciudadanos que se abstuvieron 2005, pero que en estas elecciones van a votar y lo hacen por Ahmadineyad; los 6,2 millones que votaron entonces por Rafsanyani o los 10,5 que votaron a otros reformistas. Así, la reelección del delfín de Jamenei presupone que le votaron los conservadores y los centristas en bloque, los nuevos electores y un 44% del espectro reformista, que rompería la tensión tradicional entre «duros» y «moderados». También cuestiona la noción preconcebida de que Ahmadineyad arrasa en el campo, pues en las áreas periféricas habitan las minorías que votan a los candidatos de su étnia. En 2005 fue el reformista Karoubi quien ganó en varias provincias.
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