Internacional
Un Washington de película
Grandes parques y avenidas diáfanas salpicadas de lujosas urbanizaciones y vetustos edificios neoclásicos (la Casa Blanca es su ejemplo paradigmático) articulan esta ciudad cosmopolita donde se cuecen los destinos del planeta y las limusinas serpentean a su antojo. Para los turistas, algún museo sin parangón (el mastodóntico Smithsonian, en el National Mall: simplemente inabarcable) y una sucesión de escenarios que en algún momento habremos visto en el cine o la televisión, pero que en vivo y en directo fascinarán como si fuera la primera vez. Para empezar, cojamos un taxi rumbo a la dirección más famosa del mundo: el 1600 de la Avenida Pennsylvania, es decir, la Casa Blanca, oficina y morada del hombre más poderoso del planeta. Podremos rodear la popular mansión y echar un vistazo a través de su verja protectora. Con suerte, coincidiremos con algún grupo más o menos pintoresco que, a cierta distancia, protesta por cualquier motivo. Cerca se encuentra el National Mall, lugar de culto y catarsis para el pueblo americano y escenario recurrente de la celebración multitudinaria de cada 4 de julio (o Día de la Independencia). Se trata de una amplísima avenida arbolada donde se localizan el Congreso (el tantas veces televisado Capitolio) y un conjunto de monumentos faraónicos dedicados a sus presidentes más célebres: Washington, Jefferson y Lincoln. El obelisco que homenajea a Washington, y que con 169 metros de altura marca el techo de la capital, forma ya parte de nuestra memoria colectiva; pero el más visitado rinde culto a los veteranos de Vietnam. Está formado pordos muros de mármol negro con los nombres de los caídos en aquella guerra. Lo mejor en medio de tanta monumentalidad: esa sensación de formar parte de una gigantesca, ordenada e impoluta maqueta.
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