Portugal

Valdano el escudero ilustrado

Jorge Valdano
Jorge Valdanolarazon

El portavoz idealSiempre es un placer escuchar a Jorge Valdano. En esta sociedad vulgarizada hasta las lindes del asco, en este fútbol en manos de personajes sin escrúpulos a los que la riqueza no refina sino que refuerza con opulencia su cutrez y su falta de valores (recuérdese a Cristiano Ronaldo), el director general del Madrid pone un punto de elegancia que se agradece. Al menos, sabe colocar un subjuntivo en su sitio. Al menos, dibuja imágenes evocadoras donde otros sólo ofrecen declaraciones tópicas. E incluso me da la impresión de que tiene la inteligencia necesaria para reírse de él mismo y de cuanto representa. Porque es imposible que un tío tan leído se tome por completo en serio. Entre tanto solemnizador de la nada, también ese humorismo un poco «british» lo distingue. Hablamos de un actor que representa a la perfección su papel. No podemos, eso sí, pedirle ni autenticidad ni coherencia igual que sólo un loco pretendería que Marlon Brando se creyese un revolucionario mejicano en «Viva Zapata» y un mafioso en «El padrino». A Valdano le plantan un traje que le queda como un guante, le meten un par de millones de euros en el bolsillo y le mandan justificar todas las ocurrencias de su señorito, al estilo de los palmeros y «agradaores» de la Andalucía rural. Como portavoz, no tiene parangón porque además encarna con su flemática actitud toda la grandeza que se le supone al Madrid. Luego, hay días en los que se pone a tomar decisiones deportivas y mete la pata: como cuando se cepilló a Del Bosque para traerse al que le repartía los petos a Ferguson. Pero ésas son cuestiones secundarias.Ropa de marcaAcabo de ver unas imágenes de Cristiano Ronaldo paseando por Portugal y tengo que agradecerle a Jorge Valdano su contribución al subidón de autoestima que nos ha proporcionado a todos los que no somos madridistas: hacía tiempo que no sentía tanta vergüenza ajena y, a la vez, tanto consuelo. Contemplar a Cristiano (el choni que nos mostró la ropa interior de una petarda mundial mientras fichaba) con su gorrita rosa de marca ladeada, y con su pantaloncito a la caja, acelerando su Ferrari rojo después de gastarse un pastón en tiendas, es impagable. Esto iba a ser, en principio, un artículo crítico, y les juro que si me encuentro ahora mismo al director general del Madrid le pego un abrazo gordísimo. Valdano, y por ende, Florentino, puede que hagan un equipazo. Seguro, me temo. Ganarán a todos, batirán todos los registros, saldrán en medio mundo sacando pechito y nos mostrarán su catálogo de Barbies futbolistas, incluida la Barbie fea. Será en ese mismo instante cuando los demás, aficionados a nuestro equipo de toda la vida, con sus penurias, sus fatigas y hasta sus ridículos, sintamos de pronto la llamada de la sangre. Sintamos el orgullo de esos que subieron de Segunda a fuerza de bemoles, de los que se mantienen a pesar de que les quiten a lo mejorcito que compraron, y de los históricos que sudan para serlo. Incluso, de aquellos que fuimos grandes y ahora somos un engendro que se plantea vender lo que tiene porque quiere huir. Gracias, Valdano. Gracias de verdad. El año que viene puede que el Madrid gane todo, y sin embargo, no nos dé envidia ninguna.