Nueva York
Villazón de vuelta al ruedo
Recital de Rolando Villazón
Obras de Schumann, Duparc, Fauré, Massenet, Tosti y Obradors. Tenor: Rolando Villazón. Piano: Bryndon Hassman. Gran Teatro del Liceo. Barcelona 13-I-2008.
Todavía no está muy clara la causa del repentino abandono de los escenarios del tenor mexicano, producida en Salzburgo este verano pasado cuando tenía que cantar junto a Plácido Domingo un concierto de zarzuela. Cinco meses fuera del circuito, con cancelaciones tan importantes como las funciones inaugurales del Metropolitan de Nueva York, han creado una expectación enorme en la vuelta a la arena de uno de los tenores jóvenes más destacados y aplaudidos. Si la primera función de «Werther» en Viena finalizó con el público en pie aclamando a Villazón, otro tanto sucedió en este recital barcelonés a pesar de los problemas que se sucedieron en el escenario.
En primer lugar constatar que la voz aterciopelada y viril que le ha hecho famoso en todo el mundo sigue llegando fácilmente al público hasta emocionarlo y provocar ese delirio entre los aficionados que suele manifestarse incluso antes de iniciar cada representación. El programa estuvo dedicado al lied en su primera parte y a la canción francesa, italiana y española en la segunda. En «Dichterliebe», de Schumann, se pudo comprobar la calidad emotiva de su interpretación, una dicción muy adecuada y una brillante musicalidad, pero no es el repertorio habitual del tenor y se notó, al faltarle una mayor compenetración con el excelente pianista Bryndon Hassman y una emisión más cuidada y homogénea en todo el registro.
Con el atril en escena
En la segunda parte, el tenor abordó diversas piezas muy conocidas del repertorio francés e italiano con atril y partituras, que no es la mejor forma de seducir a los espectadores de un teatro de la categoría del Liceo, pero indudablemente el particular estilo de Villazón estuvo mucho más acorde con este repertorio que cantó con más redondez y con un registro agudo cada vez más afianzado, especialmente en las dos primeras canciones de Tosti «Ideale» y «Aprile». Para cerrar la velada, en la que se notó desde el inicio un cierto nerviosismo tras tantos meses sin pisar los escenarios, Rolando había dispuesto cuatro piezas del compositor barcelonés Ferran J. Obradors, pero al poco de iniciar la primera una serie de problemas, junto a una impertinente flema, obligaron al tenor a interrumpir el recital entre sonoras toses. Cuando reapareció, y tras una disculpa formal ante el público, consiguió finalizar el programa no sin dar el máximo de sí mismo y enfervorizando al público que notó perfectamente el esfuerzo extra del artista. Dos fueron las propinas, la bella y emotiva «Te quiero dijiste», de María Grever, y nada menos que la popular y exigente canción catalana «Rosó» [«Pel teu amor»], de Miquel Poal, con un acento realmente envidiable.
El público hubiese querido más pero se hizo cargo de las circunstancias y lo despidió en pie, como a los grandes artistas. Está claro que Villazón emociona y arrastra multitudes gracias también a una personalidad desbordante. Esperemos que su vuelta sea definitiva y próspera.
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