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Voto de castigo en Reino Unido

El escándalo de Westminster amenaza con convertir estas elecciones en un examen a la clase política británica. 

Voto de castigo en Reino Unido
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En Reino Unido las elecciones europeas nunca han tenido verdadera trascendencia. El país, que aún conserva su moneda y su propio sistema de medidas, está plagado de euroescépticos. El 59% de los ciudadanos asegura que no confía en la Eurocámara. En 2004, el índice de participación fue uno de los más bajos de Europa, pero este año la situación que atraviesan las islas vaticina un nuevo panorama.

El Parlamento está sumido en una de sus peores crisis. La revelación de los gastos excesivos que los diputados han disfrutado durante los últimos años a costa del bolsillo del contribuyente ha causado una gran indignación entre el electorado. Los analistas no se ponen de acuerdo sobre cómo puede afectar este episodio en la votación, pero todos coinciden en que ocurrirá algo insólito. Los expertos de la London School of Economics aseguran que los ciudadanos pueden castigar a sus políticos, bien votando en masa para pedir un cambio –alcanzando hasta el 40% de participación– o bien abandonando por completo las urnas.

Debacle laborista

En cualquiera de los dos casos, el partido independentista británico UKIP va a ser el gran vencedor. Sus objetivos son separarse de Europa, acabar con la inmigración y hablar con Bruselas sólo para acuerdos de libre comercio y, según las encuestas, podría quedar incluso por delante de los laboristas. Sólo un 16% está dispuesto a votar al partido del primer ministro, frente al 19% que apoya a la formación antieuropea. Los sondeos revelan que los conservadores quedarían en primer lugar, con un 30%.

Para Gordon Brown, la cita en las urnas es de vital importancia. Durante los últimos meses, el «premier» tan sólo ha hilado malas noticias que no han hecho otra cosa que hundir su popularidad y liderazgo. Este 4 de junio, las europeas coinciden también con los comicios de 34 ayuntamientos y, en caso de que el resultado sea catastrófico, la Prensa habla de una revuelta interna dentro del laborismo para sustituirle como líder de cara a las elecciones generales del año que viene.

Para el responsable de los conservadores, David Cameron, la convocatoria también es especialmente relevante. Cuando se convirtió en líder «tory» prometió que tras las elecciones de 2009 se separaría del Partido Popular Europeo para formar junto a los euroescépticos checos un nuevo grupo parlamentario. Con la fecha ya encima, líderes como Angela Merkel le han advertido de que no está tomando el camino adecuado, pero por el momento Cameron ha hecho oídos sordos.

Los analistas se preguntan qué consecuencias podrían generar estos «enfrentamientos» el día de mañana para Reino Unido, ya que todas las encuestas sitúan al líder «tory» en Downing Street en 2010. Además, Cameron ha prometido convocar un referéndum sobre el Tratado de Lisboa. Y esto sí generaría un verdadero problema, ya que la ratificación del texto en las islas hace un año tuvo que ser tramitada por parlamentaria ante el euroescepticismo ciudadano.


Blair, favorito a ser presidente de la UE

Tras el buen papel de Nicolas Sarkozy al frente de la UE, se ha reforzado la idea de que los Veintisiete deberían tener un presidente que no tuviese que dejar el puesto a otro al cabo de seis meses. Los expertos consideran que este trabajo debe desempeñarlo alguien con empaque y carisma, una descripción que ha hecho que el nombre de Tony Blair haya salido ya más de una vez a la palestra. El que fuera primer ministro británico no ha tenido problemas para ganarse la vida con conferencias y asesorías desde que abandonó Downing Street, pero otros muchos consideran que no es el más cualificado. Blair no se mostró muy entusiasta con la UE en el Gobierno, y la idea de que se quede con el puesto un político que proviene de un país que no está en la Eurozona es inverosímil.