Zardari: «El cáncer talibán fue nuestra propia obra»

Los partes oficiales paquistaníes daban cuenta ayer de la prosecución de las operaciones militares en el valle del Swat, donde la resistencia de los talibanes se endurece. Aun así, el Ejército de Pakistán habría conseguido desalojar al enemigo de su principal enclave, la ciudad de Mingora, causándole más de doscientas bajas mortales en las últimas 24 horas. La dureza de los combates se desprende del ingente número de fugitivos que ha aprovechado el levantamiento del toque de queda para abandonar el valle. Son varios millares de personas que se unen a los quinientos mil refugiados alojados en los campos dispuestos por el Gobierno. La táctica de sacar a la población para que los talibanes no se sirvan de los civiles como escudos humanos parece estar dando resultado. Sin embargo, más allá del optimismo de la información oficial, el presidente paquistaní, Ali Zardari, ha querido resaltar la importancia de la apuesta recordando que «el país lucha en una guerra por su propia existencia» contra un enemigo, los talibanes, que son «una especie de cáncer creado por Estados Unidos y nosotros mismos». Zardari se refería al apoyo que ambos gobiernos prestaron a los movimientos islamistas durante la larga guerra contra la ocupación soviética de Afganistán en la década de los 80 del pasado siglo. Ahora, la derrota de los talibanes es fundamental para el éxito de las operaciones en Afganistán pero, también, para restaurar la credibilidad del Gobierno de Islamabad, acosado por la crisis económica y por una guerra cada vez más impopular entre la mayor parte de la población, que no ve con buenos ojos la presencia norteamericana en la zona. De ahí que las autoridades paquistaníes hayan venido insistiendo cerca de Washington para que limitara al «mínimo imprescindible» las incursiones aéreas en la zona fronteriza, que han provocado numerosas víctimas civiles y han contribuido a reforzar la propaganda de la resistencia.