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«Insensibles»: Fantasmas del pasado

Dirección: Juan Carlos Medina. Guión: J. C. Medina y Luiso Berdejo. Intérpretes: Álex Brendemühl, Tómas Lemarquis, Juan Diego. España-Francia-Portugal, 2012. Duración: 100 minutos. Drama.

La Razón
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«Insensibles» empieza con tres secuencias climáticas que establecen la alternancia de tiempos del relato y que vinculan la historia de un grupo de niños que no sienten el dolor, apestados en la España previa a la Guerra Civil, con el vía crucis de un médico devorado por el cáncer en busca de un trasplante de médula en la época actual. A medida que David (Álex Brendemühl) indaga en sus orígenes, el debutante Juan Carlos Medina despliega las alas de un delirante ejercicio de memoria histórica que parece escrito por un «mad doctor» que ha visto demasiadas veces «El mar» de Villaronga y «El sótano del miedo» de Wes Craven.

La intención es dibujar una alegoría sobre los fantasmas corpóreos del pasado, las cicatrices de la miseria humana y la herencia como condena inasumible. Sin embargo, da la impresión de que «Insensibles» se escuda en el «todo vale» del género de terror para compensar las insuficiencias de un guión que, por un lado, aspira a un cierto registro realista, y por otro, sucumbe a la tentación de mezclar automutilaciones, torturas, judíos exiliados, fascistas de tebeo y al hermano menor de «Powder» en una celda acolchada, que acaba por ser el espacio metonímico que mejor define los defectos de la película. Encerrada en sí misma, histriónica y contenida a la vez, su truculencia es la de la cara del loco que no puede librarse de su camisa de fuerza.