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Angela Merkel

El SPD busca un giro social de Merkel, pero no romperá la coalición de Gobierno

El histórico partido socialdemócrata se acerca a su ala izquierdista con una nueva jefatura más critica hacia la coalición de Gobierno, ansiosos de recuperar votantes, pero sin romper con la derecha

Social Democratic Party (SPD) meeting in Berlin
Los nuevos líderes del SPD Norbert Walter-Borjans y Saskia Esken junto al jefe de las juventudes del partido Kevin KuehnertFABRIZIO BENSCHReuters

En una sentencia que vino a escenificar el sentir de la prensa alemana, un columnista del diario «Welt» escribió ayer que lo que pueden aportar los nuevos líderes del Partido Socialdemócrata (SPD) «tiene cierto olor a naftalina». Algo, que como añadió el periódico «Handelsblatt», cierne a esta formación en un futuro aún más incierto y que convirtió en una tenue pantomima la escenificación con la que este sábado el veterano partido quiso presentarse como algo nuevo en su congreso federal.

Intenciones no faltaron. La formación presentó una nueva imagen e incluso un intencionado eslogan que, tras la frase «In die neue Zeit» (un nuevo tiempo), trasluce la necesidad de regeneración y el devenir de un nuevo tiempo político. No obstante, la sensación fue otra. A pesar de que los participantes eligieron con un 89 por ciento a Norbert Walter-Borjans y con un 75 por ciento a Saskia Esken como nuevos líderes del SPD y se refrendó así la presidencia colegiada –la fórmula vencedora de la consulta entre las bases del partido–, la sensación entre la opinión pública es que el dúo parece estar todavía en una fase de identificación.

De hecho, si no la más importante, una de sus promesas incluía una «renegociación» del contrato de coalición que los socialdemócratas tienen con la canciller Angela Merkel y que finalmente –y para decepción de algunos de los afiliados– resultó en un mero replanteamiento de algunos puntos de ese contrato, como la política sobre el clima, y la promesa de que buscarán mover hacia la izquierda a sus socios conservadores. Es decir, han pasado de defender durante la campaña la ruptura del gobierno de coalición con el centro derecha a aceptar que esa coalición siga adelante, pero alentando un giro hacia la izquierda.

«Sí se ha dicho que representamos un giro a la izquierda. Si ello significa regresar a lo que fue Willy Brandt, demos ese giro a la izquierda», pidió Walter-Borjans ante el congreso. El cometido del SPD debe ser «poner fin de una vez» a políticas que «acrecientan la desigualdad social» y apartarse de la línea del «déficit cero». Con ello marcó claramente las distancias respecto a la austeridad presupuestaria preconizada por el ministro de Finanzas, el socialdemócrata Olaf Scholz, cuya candidatura cayó derrotada en el voto de los militantes. Lo que está por ver es si lo consiguen. Ambos manifestaron sus dudas sobre si esto es posible en cogobierno con los conservadores de la canciller.

La «Groko» no se toca

Esken, representando la línea más dura del dúo respecto a la «Groko» –como se llama a la Gran Coalición–, dirigió a los delegados una intervención muy personal. Recordó los múltiples empleos por los que pasó hasta convertirse en diputada y lo complejo de compaginar su carrera con su condición de madre. «Quiero una política donde todos se sientan protegidos y donde no haya niños en riesgo de exclusión social», dijo en alusión a la creciente precarización del país. «Era y soy escéptica en lo que atañe al futuro de esta coalición –añadió–. En los últimos años, el SPD fue más tiempo coalición que fuerza independiente», y matizó que la formación continúa dando a la coalición del Gobierno una «oportunidad realista de continuar, pero ni más ni menos».

Walter-Borjans y Esken se comprometieron en su campaña y ante las bases a hacer valer la claúsula incluida en el pacto de gobierno de evaluar sus resultados llegada la mitad de la legislatura; es decir, ahora. Tras su elección dejaron claro que no pretenden un fin abrupto de la coalición, aunque sí plantear políticas más ambiciosas en la lucha contra el cambio climático y una subida del salario mínimo interprofesional.

No obstante, miembros del ala izquierda del partido podrían intentar durante el congreso lograr que se vote sobre la continuidad del Groko. «El SPD debería al fin tener la valentía de poner fin a la coalición y votar sobre este tema», afirmó Franziska Drohsel, ex dirigente de las activas Juventudes Socialistas. A la contra, esta semana se manifestaron a favor de mantenerse en la coalición varias figuras de la socialdemocracia alemana, como el ex canciller Gerhard Schröder o Martin Schulz, ex presidente del Parlamento Europeo.

El SPD entra con Walter-Borjans y Esken en la órbita de los partidos con una dirección bicéfala y paritaria, como han practicado tradicionalmente Los Verdes y, ocasionalmente, La Izquierda. Se trata de la primera vez desde que se fundó el partido en 1890, que el SPD elige a un dúo conformado por una mujer y un hombre para dirigir la formación. La presidencia del partido de centroizquierda quedó vacante tras la renuncia de Andrea Nahles como consecuencia del serio revés sufrido por los socialdemócratas en los comicios europeos de mayo, en medio de fuertes presiones internas y tras apenas un año en la jefatura.

El SPD sufre una persistente caída de electorado desde tiempos de Gerhard Schröder en la Cancillería (1998-2005). Esta situación se ha atribuido al descontento de su electorado por la línea centrista de quien fue el último canciller del partido, así como el desgaste acumulado en sus tres legislaturas como socio menor de Merkel. En las últimas generales, en 2017, el SPD cayó a su mínimo histórico del 20,5 por ciento.

Los sondeos apuntan a que, de celebrarse ahora comicios nacionales anticipados caería todavía más, hasta un 14%. La nueva cúpula del partido sueña con devolver a los socialdemócratas a la posición dominante que durante años ocuparon en el escenario político, lo que significaría llegar hasta el 30% de los votos.