Estados Unidos
Biden y Sanders luchan por el voto del cinturón industrial de Michigan
El centrista estalla contra un obrero que le afea el control de armas
Bernie Sanders ganó las primarias de Michigan a Hillary Clinton en 2016. Son 125 delegados. Con un peso importante del electorado negro y las clases más educadas y pudientes. Pero donde resulta capital el apoyo de las clases trabajadoras, blancos, tradicionalmente ligados por empleo a las grandes industrias estatales, incluida la industria del automóvil. Cuando Sanders ganó allí en 2016 revivió su carrera. En Michigan, cuando finalmente Hillary resultó elegida candidata demócrata a la Casa Blanca, sucedió algo que todavía atormenta a la nomenclatura y los cerebros del partido: una porción no desdeñable del voto obrero derivó hacia Donald Trump.
Tanto Trump como Sanders enarbolaban las banderas de las clases más vapuleadas por la deslocalización económica fruto de la globalización. El discurso de Biden, por contra, percute en los mantras clásicos en defensa del globalismo y los mercados abiertos. Normal que tanto el ex vicepresidente con Obama como el senador por Vermont se acusen mutuamente de favorecer acuerdos internacionales o posturas comerciales que teóricamente perjudican a los trabajadores de las industrias pesadas. Donald Trump, por su lado, no desaprovecha ocasiones para recordar su postura intransigente frente a países como China o Corea del Sur, los acuerdos suscritos con estos y con México y Canadá y, por supuesto, las distintas sanciones y aranceles a las importaciones de aluminio y acero foráneos. Todo sea por ganarse el voto capital de un segmento en caída libre de ingresos y orgullo, machacado por la destrucción del tejido vital de tantas ciudades e ignorados por los liberales exegetas del comercio sin cortapisas. Michigan, además, no es sólo Michigan: puede fácilmente anticipar el sentido del voto en otros estados similares, empezando por Illinois. Y hay algo muy dudoso en el discurso de Sanders, que insiste en catalogar su movimiento de multirracial y popular por contraposición al establishment que apoyaría a Biden. Por supuesto que su gran rival cuenta con las simpatías de los centros de decisión del partido, pero ni estos se atreven a intervenir, por miedo a provocar un clima guerracivilista en vísperas de la convención, ni es del todo cierto que solo las élites apoyen a Biden.
El ex vicepresidente protagonizó ayer un encontronazo con un obrero de Michigan que le afeó que le quisieran retirar su arma con su regulación sobre el control de las pistolas. «Mentiroso de mierda», le espetó Biden. Un episodio acalorado que ensombreció la campaña del ex vicepresidente.
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