Corea del Norte

¿Qué pasa en Pyongyang?: Tres escenarios en la dinastía Kim

Las principales potencias China, Rusia, Japón y Estados Unidos están presentes en las dos Coreas, donde se jugará la partida geopolítica del siglo XXI

El noreste asiático es uno de los puntos candentes de la geografía global. En este rincón se entrelazan los intereses geopolíticos de las principales potencias internacionales. China, Rusia, Japón, las dos Coreas, y especialmente Estados Unidos, están presentes en una de las regiones en las que se disputará la partida geopolítica global de este siglo, la que algunos han denominado como la “Guerra Fría 2.0”. La Península Coreana, dividida entre Corea del norte y Corea del Sur, es uno de los escenarios clave de este enfrentamiento.

Estados Unidos está presente también en la zona. En Corea del Sur hay unos 29.000 soldados estadounidenses, que velan por la seguridad de uno de sus más próximos aliados en la región, y cuentan con 23 bases militares en el vecino Japón con alrededor de unos 50.000 efectivos. En comparación, los efectivos totales del Ejército de Tierra español son inferiores a este contingente estadounidense en ambos países asiáticos.

Tras la segunda Guerra Mundial y en el contexto de la Guerra de Corea J.F. Dulles, quien fuera secretario de Estado con Eisenhower, estableció la “estrategia de la cadena de islas” para aislar tanto a la Unión Soviética como a China por mar, estableciendo una presencia militar en las principales islas del Pacífico, del Mar de la China Oriental y del Mar de la China Meridional. Controlando el espacio marítimo podrían presionar, e incluso llegar a cercar a estas dos potencias rivales. Así pues, una presencia en Corea, Japón (principalmente en Okinawa), Taiwán y Filipinas serviría para controlar las principales rutas del comercio marítimo hacia China, y serviría además como primera línea de operaciones en caso de necesidad.

Esta “cadena islas” es una de las principales obsesiones del Partido Comunista Chino ya que ve en ella el principal riesgo a su integridad territorial (por las pretensiones sobre Taiwán), pero sobre todo por la capacidad de disrupción sobre las rutas marítimas de las que depende China no solamente para la exportación de todos los productos que manufactura, sino también para la importación de todo tipo de recursos naturales, principalmente petróleo.

China es consciente de su debilidad en este sentido puesto que una mínima disrupción en estas rutas causaría estragos en su economía, y mermaría las posibilidades de reacción del régimen ante posibles rivales. En este contexto, y para romper su dependencia del comercio marítimo, China está desarrollando la conocida como la “Belt and Road Initiative”, una red de infraestructura global que buscaría conectar a China con los principales mercados destino de sus productos, así como con los países de origen de los recursos naturales que tanto necesita.

Para China, Corea es pues uno de los principales intereses geopolíticos en su entorno. Aun si el régimen norcoreano puede resultar algo incómodo para Pekín, su presencia asegura un territorio de contención entre su frontera y la presencia estadounidense en Corea del Sur.

Desde los orígenes del régimen norcoreano, China ha sido uno de sus principales apoyos, siendo el principal socio comercial de Pyonyang. Incluso aunque en los últimos años la amistad entre ambos regímenes comunistas parece haberse enfriado por la insistencia por parte de Corea del Norte de desarrollar unas capacidades ofensivas nucleares, la realidad es que la necesidad es mutua. Pyonyang no podría sobrevivir aislada de Pekín, y Pekín no puede permitirse la unificación de las dos Coreas, no ya por la presencia estadounidense en Seúl, sino también porque una Corea unificada podría convertirse en un rival incómodo política y económicamente.

En cualquier caso, la unificación parece inverosímil por mucho que Moon Jae-in, Presidente de Corea del Sur, haya anunciado que ésta se produciría en 2045. En este contexto Corea del Sur quiere desarrollar proyectos de infraestructura conjuntamente con su vecino del norte enfocados a unir Seúl con Pekín, por un lado, y con Moscú por otro a través de la línea férrea transiberiana, rompiendo así el aislamiento terrestre del país.

Como en el caso de la unificación alemana, la coreana tendría que sobrepasar ciertos escollos políticos, sociales y económicos considerables. Pero a diferencia de la germana, parece que el apoyo en el sur a esta posibilidad no sería demasiado elevado. Las diferencias en el tamaño de la economía de Corea del Sur y de su vecino del norte son mastodónticas. Alemania del Oeste tenía un PIB tres veces mayor que el del Este. Corea del Sur tiene PIB 40 veces mayor que el de su vecino del norte, además del doble de población. Los desafíos de una posible unificación a la alemana parecen pues demasiado significativos.

En medio del debate sobre una posible integración, en las últimas semanas se ha propagado el rumor de la muerte de Kim Jong-un. Este evento desataría una serie de movimientos políticos que podrían llegar a desestabilizar la región. Tres escenarios se plantean como posibilidades ante este hecho. El primero y más probable una sucesión ordenada hacia la hermana del dictador, Kim Yo-Yong. Ésta cuenta con el apoyo del sistema, principalmente las fuerzas armadas, ya que su marido es el hijo de uno de los más influyentes generales del régimen, Choe Ryong Hae. El segundo es una pugna por el poder entre distintas facciones que podría resultar en una guerra civil. Sin duda, este sería el escenario más peligroso, más aún teniendo en cuenta el arsenal nuclear del régimen. Ante esta situación, una intervención estadounidense no sería descartable para mitigar el riesgo de este arsenal. El tercer, y menos probable de los escenarios, sería un régimen de transición hacia una Corea unificada, un escenario que Washington anhela, y que Pekín no se puede permitir.

* Profesor de Relaciones Internacionales