Supervivencia

Rescatan a un hombre que aguantó el acoso de un oso grizzly durante una semana en Alaska

Al protagonista de nuestra historia lo ha rescatado un helicóptero de la Guardia Costera, que lo vio de casualidad perdido en la inmensidad de Nome

El príncipe de Liechtenstein y el gran oso rumano
El príncipe de Liechtenstein y el gran oso rumanoLR.

El hombre vio el helicóptero y agitó los brazos en señal de socorro. También había compuesto la palabra SOS en el tejado de uralita del pequeño barracón. Hacía tres días que lo acosaba un oso grizzly. Una y otra vez, al caer la noche, el animal regresaba al campamento del aventurero. Al hombre apenas le quedaban municiones. Hacía más de 72 horas que no dormía. Seguía en pie gracias a los chutes supersónicos de adrenalina. Nada anima más el ritmo cardíaco que la perspectiva de integrarse en la pirámide alimenticia en calidad de alpiste.

En este caso, después de que hubiera regresado una y otra vez, lo más probable es que el oso hubiera decidido comérselo. En esas latitudes la proteína es ley. Nunca sabes cuándo recibirás la próxima. Así que el hombre fue atacado por un oso y las imágenes del lugar del encuentro ya han dado la vuelta al mundo. Fueron tomadas por la patrulla que logró rescatarlo. Retrotraen a una imagen familiar para los seguidores de Werner Herzog: un paisaje desolado, un río que baja turbio desde la alta montaña, nubes de mosquitos, matorrales, soledad… y la promesa de un posible encuentro con un mamífero omnívoro, el oso pardo más grande del mundo después de otra subespecie de Alaska, el Kodiak. Hablamos de ursus arctos horribilis. Más de un metro a la cruz.

Cerca de 2,5 cuando se yergue bípedo sobre los cuartos traseros. Entre 580 y 650 kilogramos de peso. El mismo animal que devoró al desventurado Timothy Treadwell y a su novia, Amie Huguenard. Pero estos días Herzog no estaba en Alaska, ni la peripecia del hombre sin identificar acabó como la del documentalista zumbado: al protagonista de nuestra historia lo ha rescatado un helicóptero de la Guardia Costera, que lo vio de casualidad perdido en la inmensidad de Nome, a más de 60 kilómetros de cualquier vestigio de civilización. La fotografía que se repite en los medios, la caseta de buscador de oro a la orilla del río, el verde enfermo y duro de la naturaleza salvaje y la neblina, son testigos de una historia que acabó bien pero a punto estuvo de rematar en tragedia.

El New York Times, que ha adelantado la noticia y buena parte de los datos disponibles, cuenta que una vez lo rescataron la tripulación del helicóptero trasladó al hombre al hospital de Nome, para que lo curaran de las heridas en la pierna y el torso, causadas por el oso. También comparan su aventura con la de Leonardo DiCaprio en “The Revenant”. El periódico también recuerda que entre 2000 y 2017, 68 personas tuvieron que ser hospitalizadas como consecuencia del ataque de un oso grizzly en Alaska. El número total de muertos ascendió a diez. Una cifra que ha crecido en los últimos años. Pero que no deja de ser asombrosamente pequeña al compararla con el número de personas que cada año mueren víctimas de ataques de hipopótamo o cocodrilo.

En el caso del oso grizzly, sabemos que siente predilección por masticar el rostro de sus víctimas y que conviene hacer mucho ruido cuando uno penetra su territorio. Por regla general el oso más letal es aquel que no tiene con quién relacionarse. También conviene temer al animal asustado, que no escuchó los pasos del viajero o que protege una presa recién abatida o, todavía más peligroso, una camada. De hecho, la inmensa mayoría de las agresiones parecen estar relacionadas con las hembras con crías. No así el ataque de Nome, que tiene todo el aspecto de haber sido puramente alimenticio.