Testigo directo

Un veterano de Ucrania: “Necesitamos sistemas antimisiles como los de Israel”

Reaccionan con asombro y estupefacción en la capital tras la última jugada de Putin

Militares ucranianos atienden el entierro del soldado Anton Sidorov, muerto en un bombardeo al este de Ucrania según el Ministro de Defensa Ucraniano.
Militares ucranianos atienden el entierro del soldado Anton Sidorov, muerto en un bombardeo al este de Ucrania según el Ministro de Defensa Ucraniano.SERGEY DOLZHENKOAgencia EFE

La partida de Putin ha avanzado dos casillas más. Después de anunciar el lunes por la noche que reconocería la independencia de las repúblicas de Donetsk y Lugansk y tras firmar “acuerdos de amistad, cooperación y asistencia mutua” con ambas regiones, hoy consiguió que el Senado aprobara su petición para enviar operativos dentro de las áreas controladas por los rebeldes del este de Ucrania. Desde hace semanas, Moscú ha amasado más de 150.000 hombres en sus fronteras y las de Bielorrusia (hay 30.000 en este país) con Ucrania, y se prevé que una escalada mayor en el conflicto provocaría un número altísimo de víctimas, cortes energéticos en Europa y caos económico en todo el globo.

El anuncio del mandamás ruso vino poco después de una noticia que se difundió en las redes ucranianas. El medio ruso CIT había recibido imágenes de los soldados rusos apelotonados en el suelo de aspecto húmedo, con las botas puestas, sin mantas ni almohadas y durmiendo como podían en unas condiciones miserables. Según informaron, las tropas rusas apostadas en la línea de la frontera “apenas recibían comida caliente desde hacía semanas” y los oficiales coincidían en que la situación no duraría mucho más. En algunas secciones se informó de que “pronto habría movimiento”. Se supone que el Kremlin sabe que no podrá mantener su gigantesco aparato militar durante mucho tiempo más, y menos aún después de recibir el paquete de sanciones que se disponen a enviar los países de la OTAN y de la Unión Europea.

No se han congelado los enfrentamientos en Donbás

Los líderes mundiales han rechazado de pleno la decisión de Vladimir Putin, y las declaraciones no se han hecho esperar. Josep Borrell fue el encargado de anunciar que “tropas rusas habían han entrado en Donbás”, antes de especificar que en la Unión Europea “consideramos Donbás una parte de Ucrania” y que ya había empezado a hablar con otros líderes internacionales para aplicar las sanciones a Rusia. Reino Unido ya aplicado un paquete de medidas que perjudicarán a cinco bancos y tres oligarcas afines a Putin, mientras el presidente de Turquía, Recep Erdogan, calificó el movimiento ruso de “inaceptable”, a la que apelaba a la necesidad “de respetar la ley internacional y utilizar el sentido común”.

Situación en el frente del Donbás.
Situación en el frente del Donbás.ALISA YAKUBOVYCHAgencia EFE

El Ministro de Exteriores español tampoco dudó a la hora de decir que “si Rusia ataca a Ucrania, las sanciones serán masivas” pero al Kremlin no parece preocuparle. Ya dijeron los días anteriores que habían revisado los posibles escenarios y que se sentían preparados para las sanciones occidentales que, a su juicio, “nos van a poner igual”, haciendo uso de esta dialéctica rusa para justificar sus ataques. Lo que sí ha ocurrido a ciencia cierta es que los habitantes de Donetsk y Lugansk celebraron con banderas de Rusia y fuegos artificiales este nuevo paso en sus relaciones con sus vecinos (recordemos que Moscú ha regalado en torno a 600.000 pasaportes a los habitantes de Donbás), y que en Donetsk han llamado a filas a todos los varones nacidos entre 1995 y 2004. La riada de refugiados se dirigen a Rusia desde estas zonas ha atascado las carreteras que llevan a la frontera y ya lleva durando más de tres días, sin que todavía haya terminado.

Los tiroteos y bombardeos de mortero no se han relajado en la línea de contacto, sino que se han intensificado en algunos puntos a lo largo del día, un acontecimiento que preocupa de sobremanera a los líderes internacionales. El portavoz de Asuntos Humanitarios de la ONU, Jens Laerke, habló por la seguridad de los civiles afectados y pidió “proteger tanto a los civiles como a las infraestructuras civiles”. A los refugiados que ya están llegando a la localidad rusa de Rostov del Don se espera que les sigan otros millones en todas las direcciones de la frontera si el conflicto llegara a escalar más, Hungría ya ha anunciado la movilización de tropas a su frontera para gestionar esta crisis en potencia y Polonia ha dicho que está lista para recibir a los refugiados que puedan venir.

Desconcierto y expectación en Kiev

Olga es una frutera anciana que vende mandarinas y plátanos en la acera de una calle céntrica de la capital. Dice que sabe cosas y mira mucho hacia los lados. “Las calles hablan solas”, me dice, y luego confirma que “lo que ha ocurrido en Donetsk y Lugansk no es lo mismo que ocurrió con Transnistria porque nosotros estamos frontera con frontera y eso lo cambia todo”. Y aunque no ocurriera nada, “Rusia es nuestra vecina y no se irá a ningún lado, entonces no podemos relajarnos y debemos hacer todo lo posible por no cometer errores”.

-FOTODELDÍA- Kiev (Ucrania), 20/02/2022.- Civiles ucranianos reciben instrucciones para el uso de armas durante unos ejercicios de entrenamiento militar para civiles, hoy en Kiev.- EFE/SERGEY DOLZHENKO
-FOTODELDÍA- Kiev (Ucrania), 20/02/2022.- Civiles ucranianos reciben instrucciones para el uso de armas durante unos ejercicios de entrenamiento militar para civiles, hoy en Kiev.- EFE/SERGEY DOLZHENKOSERGEY DOLZHENKOAgencia EFE

Viktor es un joven oficinista con barba de tres días que se limita a contestar que el reconocimiento por parte de Putin de la independencia de Donbás “es una mierda” y que ya no sabe qué esperar porque cada semana piensa un desenlace diferente del conflicto. Su voz habla por millones de ucranianos con barbas de tres días y mejillas afiladas acezantes. Pero también hay ilusión en la boca de otros tantos millones. Pyotr, un ex combatiente que ahora forma parte de la reserva ucraniana, sorprende con su respuesta sensata y decidida: “debemos ser fuertes y luego seremos respetados, solo nos falta un sistema antimisiles como la Cúpula de Hierro que tiene Israel”. Asegura también que “Ucrania es un país con una historia milenaria” y que “varias generaciones ya han crecido como europeos libres, solo tenemos que trabajar duro por nuestro futuro”. Su amiga Marta opina lo mismo: “hoy escuchamos las palabras de nuestro presidente y creemos en un futuro que será bueno para Ucrania”. Insiste: “aunque no venga dentro de cinco o diez años, vendrá”.

Mensajes como, “¡Si el enemigo pone un pie en nuestra tierra, debe arder bajo ella!” o “¡No entres en pánico, prepárate!”, han aparecido a lo largo del día en las redes ucranianas, que han mostrado en su mayoría un descontento y una indignación parecida a la de Viktor. En los grupos de Telegram se anunciaron nuevas jornadas de entrenamiento civil en la capital y poco después se comunicaba que ya se habían cubierto todas las plazas disponibles. En definitiva que hoy fue un martes 22 del dos del 2022, un día más que Ucrania no sabe si se encamina o no al precipicio. Me encanta aquello que dijo Pyotr mientras lo charlábamos, lo dijo con los ojos encendidos del veterano brillándole bajo una primaveral tarde de febrero en Kiev: “y si hace falta, saltaremos al precipicio, por supuesto”.