Opinión

Lejos de un paseo triunfal para Putin

La heroica defensa ucraniana ha sorprendido a unas fuerzas de ocupación rusas poco preparadas

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en la base militar de Tapa, en Tallin (Etonia)
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en la base militar de Tapa, en Tallin (Etonia)POOLREUTERS

Varios episodios en Ucrania harían pensar que la actual guerra de conquista por parte de Rusia no está yendo acorde a los planes del Kremlin. La heroica defensa por parte de los ucranianos ha cogido con el pie cambiado a las fuerzas de ocupación que se han encontrado ante la respuesta hostil de una población que se niega a ser subyugada. Hoy, la conquista y ocupación de territorio se hace muy costosa debido al avance de la tecnología armamentística que permite una multiplicada efectividad a fuerzas de guerrilla en un conflicto asimétrico.

Las noticias que llegan del frente no auguran el triunfo rápido que Putin esperaba. En los primeros días de contienda, los rusos habrían sufrido ya miles de bajas, a las que hay que añadir la pérdida de cientos de vehículos, así como helicópteros y aviones de combate. Además, diferentes fuentes informan de una grave falta de preparación y capacidad por parte de las fuerzas rusas que hacen dudar de la operatividad de sus unidades básicas de combate.

Para empezar, las operaciones de combate han tenido lugar principalmente durante el día, lo que indicaría que carecen de equipamiento de visión nocturna, elemento básico del equipamiento de infantería. Por otro lado, incontables vehículos de combate parecen haberse quedado sin combustible en pleno avance hacia Kiev. Todo parece indicar un estado catastrófico de las Fuerzas Armadas de la Federación de Rusia, que parecerían tener más en común con aquellas cochambrosas fuerzas postsoviéticas de los años 90 que con un ejército moderno y profesional. La invasión ha dejado en evidencia a un régimen que había construido una narrativa nacional entorno al resurgimiento de su poderío militar.

Además, en el panorama geopolítico las cosas tampoco parecen ir bien para Putin. Varios desarrollos acontecidos en la última semana están resultando en la reorganización del panorama internacional. Las acciones de Moscú han precipitado una serie de movimientos que han dado un nuevo rumbo a un Occidente que andaba a la deriva. La OTAN recobra su protagonismo, mientras que Europa despierta de un profundo letargo en el que la defensa había quedado relegada a un plano secundario.

Pero es que, además, el conflicto en Ucrania ha dado alas a otro rival de Rusia en el panorama geopolítico. Erdogan ha ordenado el cierre de los estrechos a todo buque de guerra de los Estados beligerantes bajo la Convención de Montreux. Esto tiene graves consecuencia para Rusia, cuya armada queda, en gran parte, bloqueada en el mar Negro, impidiendo el reabastecimiento de sus operaciones en el Mediterráneo, en particular en Siria y Libia, precisamente países en los que los intereses de Moscú están enfrentados a los de Ankara. La contundente respuesta por parte de Occidente, añadida a la decisión de Turquía (miembro, eso sí, de la Alianza Atlántica) pone a Putin ante un escenario de enorme dificultad. Las sanciones económicas y financieras están poniendo a su vez a la población rusa en una seria tesitura. El régimen puede encontrarse ante una situación hostil tanto en casa como en el exterior.

La contienda no va como Putin esperaba. Mientras que debemos seguir apretando y presionando para poner fin a las hostilidades, debemos tener claro que el escenario es extremadamente delicado. Seguramente se trate de la situación de mayor peligro que hemos vivido en los últimos 77 años. Putin está contra las cuerdas, y es entonces, precisamente, cuando lo imposible se torna en opción. Debemos ser conscientes que para Putin no queda descartada la opción nuclear como recurso no ya de última instancia, pero de presión.

Tenemos ante nosotros diferentes posibles episodios. El objetivo principal del presidente ruso será la capital. Putin redoblará los esfuerzos en los próximos días para instaurar un gobierno afín en Ucrania. El jefe del Kremlin no se puede permitir una guerra interminable y buscará hacerse con Kiev para evitar que ésta se prolongue. Sus esfuerzos se verán redoblados en este frente para intentar lograr la victoria rápida y poder forzar, por lo menos, una negociación que le sea favorable. La resistencia será feroz y la caída de la capital podría llegar a retrasarse. Si Putin no consigue su principal objetivo, buscará reordenar el tablero de forma beneficiarle. Necesita lograr objetivos militares en los próximos días que permitan salvar los muebles de cara a su propio régimen. Es incluso posible que la partición del país se ponga sobre la mesa si se consiguen suficientes avances en otros frentes. Las ofensivas en el sur y el este continuarán. Estas representan la posibilidad de reorganizar la realidad geopolítica de Ucrania.

Todo parece indicar que Rusia no aguantará la presión de una resistencia prolongada. A largo plazo, no sería descartable una retirada de las tropas de ocupación. Para conseguirlo, Ucrania tiene que resistir. Para que Ucrania resista, Occidente debe mantenerse firme ante el envite, y continuar ejerciendo la presión sobre Moscú hasta conseguir su claudicación, sin perder de vista el escenario en el que un animal arrinconado pueda tornarse y embestir. No debemos ignorar el peligro real que supone el mayor arsenal global bajo control de un hombre al que no le quede nada que perder.