Política

Sri Lanka

La cifra de muertos en Sri Lanka se eleva a 290 y más de 500 heridos

El Gobierno ha instaurado el toque de queda y ha bloqueado las redes sociales. La mayoría de los terroristas se inmolaron. Ya hay 24 detenidos.

En la Iglesia de San Sebastián han muerto más de cien personas
En la Iglesia de San Sebastián han muerto más de cien personaslarazon

El Gobierno ha instaurado el toque de queda y ha bloqueado las redes sociales. La mayoría de los terroristas se inmolaron. Ya hay 24 detenidos.

El Domingo de Resurrección fue fatídico para la comunidad cristiana y los turistas extranjeros que visitaban Sri Lanka después de que ocho explosiones acabaran con la vida de al menos 290 personas e hirieran a alrededor de medio millar. Varios ataques terroristas perfectamente coordinados y sincronizados provocaron detonaciones en tres iglesias, cuatro hoteles y un complejo residencial cercanos a Colombo, la ciudad más poblada del país asiático. Las autoridades ya han detenido a 24 personas relacionadas con los ataques. Los investigadores han determinado que hubo siete atacantes suicidas que fueron responsables de seis de los ataques.

Los hechos ocurrieron durante la mañana, hora local, mientras los feligreses celebraban la eucaristía de Pascua. La fiesta central del cristianismo fue golpeada por al menos tres terroristas suicidas en la histórica iglesia de San Antonio, en la de Batticaloa y en la de San Sebastián, ubicada en Negombo. Allí, la estatua de Jesucristo se mantuvo erguida, aunque teñida de sangre. Las tres iglesias registraron el mayor número de víctimas mortales de la masacre.

Además de la comunidad cristiana de Sri Lanka, cuatro hoteles de lujo en los que se alojaban centenares de turistas también sufrieron el envite terrorista. Los complejos atacados fueron Shangri-La, Cinnamon Grand, Kingsbury y un hotel contiguo al zoológico de Dehiwala. Las nacionalidades de las víctimas que disfrutaban de las vacaciones de Semana Santa antes del atentado son, en su mayoría, estadounidenses, británicos, daneses, indios, japoneses, portugueses y un número aún indeterminado de paquistaníes y bangladesíes.

Seis de las explosiones estuvieron sincronizadas, mientras que las otras dos ocurrieron dos horas después de que el desconcierto se apoderara de un país que llevaba diez años sin vivir el horror generalizado de las bombas, de la muerte y de la desolación. Concretamente desde 2009, cuando finalizó la guerra civil entre el Gobierno y el grupo militar separatista de los Tigres Tamiles, un conflicto que duró 26 años. Desde entonces y hasta lo sucedido ayer, los acontecimientos más violentos que se habían vivido en Sri Lanka se produjeron en mayo del año pasado, durante unas manifestaciones contra la comunidad musulmana convocadas por los cingaleses, el grupo étnico mayoritario del país. Murieron tres personas y cientos de establecimientos fueron atacados. El primer ministro, Ranil Wickremesinghe, declaró 12 días de estado de emergencia ante las tensiones entre los budistas y los musulmanes; unas fricciones que podrían aumentar si se confirma que los atentados de ayer fueron ejecutados por un grupo extremista afín al islam.

Ningún grupo se había atribuido el ataque del Domingo de Resurrección, aunque las autoridades han detenido a trece sospechosos. Algunos documentos consultados por Afp apuntan a que el jefe de la Policía, Pujuth Jayasundara, elaboró hace diez días un informe en el que se alertó de la posibilidad de que se produjeran ataques suicidas en diferentes iglesias del país. Concretamente, los informes se concentraron en el grupo radical Unificación de las Mezquitas (NTJ, en sus siglas en inglés), que el año pasado estuvo vinculado con el ataque a distintas estatuas budistas. En enero de este año, las autoridades decomisaron cien kilos de explosivos y cien detonadores ocultos en un santuario de animales tras recabar información de cuatro arrestados del grupo radical.

En la cronología de los atentados de ayer, las primeras tres explosiones se registraron en la Iglesia de San Antonio, en la de San Sebastián, y por último, en la de Batticaloa. A continuación, las autoridades confirmaron que los tres hoteles también fueron atacados. Una de las bombas explotó en el restaurante del hotel Cinnamon Grand, donde según un testigo, el terrorista detonó el explosivo después de colocarse en una fila para pedir comida. La séptima detonación se produjo en el hotel del zoológico y en la última, varios policías fallecieron cuando entraron a realizar un registro en la vivienda de un sospechoso. Éste activó la bomba y acabó con la vida de al menos cuatro miembros de las Fuerzas de Seguridad. Aquella fue la octava explosión.

El primer ministro, Wickremesinghe, afirmó que la pretensión de los atacantes ha sido la de «de-sestabilizar el país y su economía». Lo hizo poco después de convocar una reunión de emergencia en la que contó con miembros del Consejo de Seguridad Nacional. «Condeno estos ataques que fueron dirigidos contra lugares religiosos y algunos hoteles. Debemos estar unidos para proteger la ley y el orden. He dado órdenes para tomar acciones rigurosas con el fin de asegurar el cumplimiento de las normas», afirmó. Una de las primeras medidas fue la de instaurar el toque de queda y bloquear temporalmente las redes sociales para «prevenir que se extiendan informaciones falsas».

La máxima figura del catolicismo en Sri Lanka, el cardenal Malcolm Ranjith, no escondió su frustración. «Me gustaría pedir al Gobierno que encuentre a quienes sean responsables de este acto y que sean castigados sin piedad, porque solo los animales se comportan así», aseveró con rotundidad. Dos líderes musulmanes del país asiático condenaron los ataques. El primero llegó a través de un comunicado redactado por el Consejo Musulmán: «Lloramos la pérdida de gente inocente en los atentados perpetrados por extremistas que pretenden dividir a los creyentes y a los grupos étnicos. También se manifestó el máximo representante de los clérigos musulmanes de Sri Lanka, quien agregó que «es inaceptable» que los lugares de culto cristiano estén en el punto de mira.

Sri Lanka está considerada como la democracia más longeva de Asia y es una nación que aglutina gran variedad de religiones. La mayoría de sus más de 21 millones de habitantes son budistas (70,2%), el segundo grupo mayoritario lo componen los hindúes (un 12,6%). El islam, con un 9,7%, es la tercera religión más seguida, mientras que el cristianismo es considerada una minoría con un 7,4% de feligreses.