Alemania

Alemania se enfrenta a la violencia de los neonazis

El ataque a la sinagoga en la ciudad germana de Halle evidencia fisuras en la lucha contra los radicales de extrema derecha

Las Fuerzas de Seguridad alemanas escoltan a Stephan Balliet tras el atentado en la sinagoga de Halle el pasado octubre/EFE
Las Fuerzas de Seguridad alemanas escoltan a Stephan Balliet tras el atentado en la sinagoga de Halle el pasado octubre/EFElarazon

El ataque a la sinagoga en la ciudad germana de Halle evidencia fisuras en la lucha contra los radicales de extrema derecha

¿Se subestimó el peligro desde la extrema derecha? El ministro alemán de Interior, Horst Seehofer, no dio ninguna respuesta pero tras el ataque a la sinagoga de Halle en el que fallecieron dos personas advirtió “que desde hace un tiempo la amenaza de antisemitismo y terrorismo de ultraderecha es muy alta” en Alemania. Una posibilidad que se sustenta en los cerca de 24.000 extremistas que, según las autoridades, se contabilizan en el país; muchos de los cuales, estarían listos para usar la violencia.

La advertencia en un país que todavía carga la losa de su pasado histórico adquiere una nueva dimensión y, desde este último ataque, han crecido las voces que exigen un nuevo concepto de seguridad. Entre ellas, destaca la del primer ministro de Sajonia-Anhalt, Reiner Haseloff que aseguró que “este ataque nos sitúa ante nuevos desafíos”.

Unas palabras que exclamó sobre un improvisado podio frente a cientos de personas que se reunieron para condenar el acto terrorista contra la comunidad judía. Una mujer que estaba entre el público gritó que “nunca más debería suceder” pero la sensación que hay entre la prensa, y que recoge el parecer de las autoridades, es que no hay una estrategia clara para paliar esta lacra.

Por el momento, hay información meticulosa sobre los actos que llevó a cabo el neonazi de 27 años. Stephan Balliet transmitió todo el ataque a través de una cámara y el jueves, ante el fiscal de Karlsruhe, declaró durante varias horas donde se reconoció el trasfondo antisemita. También se sabe que tenía en su casa una impresora 3D que la policía cree que podría haber utilizado para imprimir sus propias armas de fuego y que durante meses estuvo sentado delante del ordenador maquinando su plan.

Las autoridades siguen analizando el disco duro que se requisó en su habitación y sobre todo las comunicaciones que mantuvo en la llamada “darknet” (la red oscura) de Internet donde se busca si el atacante contó con apoyos externos u otros cómplices. No obstante, sigue sin esclarecerse el móvil que llevó a un joven a radicalizarse desde un aldea en la región sur del Harz y a preparar una arsenal sin levantar ninguna sospecha.

En este aspecto, algunos se preguntan si la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) podía considerarse al autora intelectual del ataque. “Está claro que en sus discursos, o al menos en algunos de sus discursos, hay una clara incitación al odio”, reconoció Seehofer. Más claro fue el ministro del Interior de Baviera, Joachim Herrmann, que calificó a “algunos representantes” de la AfD de “pirómanos” e “instigadores intelectuales” de ataques como el de Halle.

En cualquier caso, y como escribió la prensa alemana, un perpetrador como Stephan Balliet es una pesadilla para todos los servicios y de ahí que el ministerio alemán de Interior programe para los próximos días una conferencia que busque mejorar las opciones de investigación y protección para este tipo de crímenes. El gobierno federal es consciente de que todo el país esta sufriendo una radicalización de la extrema derecha instigada por un odio creciente que en algunas ocasiones, y tal y como se puedo leer en algunos reportes de prensa, lleva a alguno a oprimir el gatillo. Berlín ha entendido el mensaje.

En el encuentro se discutirán también las medidas de protección activa y pasiva, especialmente para las instituciones de las comunidades judías. Un protocolo que no funciona igual en todos los estados federados. Así, mientras que las instituciones judías en Baviera están vigiladas de manera robusta, la sinagoga de Halle contaba con una “medida de protección 6”, lo que significa que de vez en cuando pasaba por su puerta un coche patrulla.

Además de incomprensión y vergüenza, la sensación que se propaga entre la mayor parte de la sociedad alemana es que, una vez más, ha tenido que pasar algo para que los políticos tomen cartas en el asunto. Muchos recuerdan ahora lo que pasó en Chemnitz cuando, en agosto de 2018 y durante los disturbios de la extrema derecha, el restaurante judío “Shalom” fue atacado por una docena de neonazis enmascarados.

Pasaron diez días antes de que el estado se hiciera cargo de la investigación. Todavía hoy el restaurante sigue recibiendo amenazas. En 2017 y 2018 se contabilizaron 1.646 incidentes antisemitas en Alemania. Como recuerda la televisión alemana “Deutsche Welle”, aunque el Holocausto terminó en 1945, la ignorancia y la repulsiva actitud que lo provocaron se han seguido transmitiendo silenciosamente a otras generaciones. Solo en 2019, el estado de Berlín adoptó el primer plan estatal para combatir el antisemitismo. Pero, ¿qué hará el resto de Alemania?