Terremoto en México
Angustia y esperanza en la escuela Enrique Rebsamen
Todas las esperanzas estaban puestas ayer en el colegio Enrique Rebsamen, en Coapa, que se derrumbó el martes tras el seísmo de 7,1 que sacudió Ciudad de México, con niños y profesores intentando evacuar el edificio. Al menos 21 menores y cinco adultos han fallecido ya. Pero los familiares de los 30 pequeños que continúan bajo los escombros no pierden la esperanza. Padres, voluntarios, autoridades y servicios de rescate llevan más de 24 horas rodeando lo que queda de la escuela de tres plantas. Cadenas humanas, soldados, perros de rescate y médicos cercan el símbolo de la tragedia del 19-S. Cada vez que se rescata a un niño con vida resuenan los aplausos. Pero a los pocos segundos todo vuelve a la extenuante «normalidad», es decir, los gritos de «¡oxígeno!», «¡linternas!» o el de «¡silencio!» por si se escucha algún movimiento entre los cascotes. Foro TV retransmitió en directo el rescate de una niña tras la intensa búsqueda de una unidad canina. Un atisbo de esperanza para la decenas de padres que esperaban angustiados hallar con vida a sus pequeños. Pedro Serrano, un médico de 29 años, es uno de los voluntarios del rescate. Él no tuvo tanta suerte. Según relató a Ap, «cavaron agujeros y entraron gateando», apenas había hueco para moverse. «Logramos entrar en una clase. Vimos las sillas y las mesas de madera. Lo siguiente que observamos fue una pierna, movimos los escombros y encontramos a una niña y dos adultos. Ninguno con vida», narró Serrano. Ni siquiera pudieron sacarlos de allí.
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