Brexit

Arranca una semana decisiva para el Brexit

Tras ganar tiempo con el acuerdo de Bruselas, May deberá consensuar con su Gabinete cuál es el tipo de relación que quieren con la UE

La «premier» Theresa May, a su llegada a la Cumbre de Bruselas el jueves
La «premier» Theresa May, a su llegada a la Cumbre de Bruselas el jueveslarazon

Tras ganar tiempo con el acuerdo de Bruselas, May deberá consensuar con su Gabinete cuál es el tipo de relación que quieren con la UE.

Teniendo en cuenta que muchos ni siquiera pensaban que fuera a sobrevivir políticamente hasta septiembre, el hecho de que Theresa May vaya a celebrar las Navidades en Downing Street se podría considerar un triunfo. Su liderazgo se ha visto fortalecido tras alcanzar el acuerdo con Bruselas que permite iniciar, al fin, las negociaciones sobre el futuro acuerdo comercial. En efecto, tras perder la mayoría absoluta en junio, la «premier» celebra cada día que supera en el Número 10 como una pequeña victoria. Sin embargo, es consciente que ahora queda la etapa más complicada. El Ejecutivo aún no ha logrado consensuar una postura respecto a qué tipo de acuerdo se quiere cerrar con el que es el mayor mercado único del mundo. En este sentido, la reunión que el Gabinete celebra el martes será crucial.

Los Veintisiete ya han comenzado a tener discusiones internas, aunque las negociaciones con Londres respecto a la futura cooperación económica no empezarán hasta marzo. Para entonces, May ya habrá tenido que pactar con sus ministros una estrategia. Bajo la regulación comunitaria, los detalles legales del futuro acuerdo comercial no empezarán a negociarse hasta después del Brexit, en marzo de 2019. Por lo tanto, el objetivo para 2018 es acordar tan sólo un marco político. Pero para ello, la «premier» debe consensuar primero con su Gabinete qué tipo de convergencia regulatoria comunitaria está dispuesta a aceptar, si quiere pacto completamente libre de aranceles o si existe alguna forma de minimizar los controles aduaneros. Todo esto supone un gran reto no sólo para el Gobierno, sino para todo el Partido Conservador, dividido históricamente entre euroescépticos y eurófilos. Si finalmente May logra alcanzar un acuerdo con sus ministros y posteriormente con el resto de Estados de la UE, Bruselas podría publicar un texto de unas 30 páginas para octubre de 2018. Ese documento se convertiría luego en un acuerdo comercial formal durante el periodo de dos años de transición.

El tiempo y la complejidad de las negociaciones comerciales formales dependerán de si Reino Unido quiere algo simple –como tarifas cero en todos los casos y limitado a las manufacturas– o una fórmula más compleja, con tributos y acuerdos de acceso que incluyan la amplia gama de los sectores productivos, incluidos servicios, que representan tres cuartas partes de la economía británica En este sentido, se podría negociar un acuerdo específico para los servicios financieros. Aunque la City ronda sólo el 11% del PIB, Londres quiere evitar a toda costa una fuga de bancos a otras capitales europeas.

Si Londres quiere algo modesto, el acuerdo podría ser aprobado sólo por el Consejo y la Comisión. Pero si apuesta por un plan más ambicioso con una relación comercial profunda y una cooperación en seguridad y lucha contra la delincuencia y el terrorismo, el pacto también debería ser aprobado por los Parlamentos nacionales. Por ahora, lo que Westminster va a votar es el acuerdo final de salida de la UE antes de que sea ratificado por May. Así lo decidió el miércoles la Cámara de los Comunes, donde salió adelante la enmienda del «tory» rebelde Dominic Grieve a la «Ley de la Unión Europea (Notificación sobre la salida)».

¿Qué ocurrirá si Westminster rechaza el acuerdo de salida que May alcance con Bruselas? En la práctica, las consecuencias no están muy claras. Aunque en su momento, los diputados ya votaron a favor de activar el artículo 50 del Tratado de Lisboa. Éste determina que, en ausencia de un acuerdo que indique lo contrario, los tratados de la UE simplemente «dejan de aplicarse» en Reino Unido a partir del 29 de marzo de 2019. Con todo, si Westminster quisiera enviar a May de nuevo a la mesa de negociaciones en busca de un Brexit más suave, es probable que los Veintisiete aceptaran atrasar la fecha de salida.