Secuestro de periodistas
Así se gestiona un secuestro
Funcionarios españoles han trabajado durante meses para liberar a los periodistas. Qatar y Turquía ayudaron en la fase final del proceso, en el que «muchas personas se juegan la vida»
Funcionarios españoles han trabajado durante meses para liberar a los periodistas. Qatar y Turquía ayudaron en la fase final del proceso, en el que «muchas personas se juegan la vida»
La liberación de los tres periodistas españoles sólo ha sido posible gracias al trabajo de un amplio equipo de funcionarios, vinculados a varios ministerios. También gracias «la colaboración de países aliados y amigos», entre los que destacan, especialmente en la fase final del proceso, Turquía y Qatar, tal y como señalaron fuentes del Gobierno.
Cada vez que un periodista español pone un pie en Siria o en cualquier otro país en guerra para informar, se encienden las alarmas en los servicios secretos. Fuentes de Inteligencia aseguran que conseguir la liberación de un secuestrado es una costosa operación que a menudo pone en peligro la vida de los agentes que trabajan en la misión.
Los reporteros que acuden a una guerra saben que lo peor siempre puede pasar. El corresponsal de LA RAZÓN en Iberoamérica, Ángel Sastre, felizmente liberado el sábado junto a Antonio Pampliega y José Manuel López, lo explicó así en una entrevista antes de viajar a Oriente Medio: «Si vas a Siria, estás expuesto desde que entras a que te secuestren o te maten».
Cuando se publica la noticia del secuestro, las cosas se complican. Hay ocasiones, sin embargo, en que los secuestradores quieren que el hecho trascienda. Pocos días después de la desaparición de los reporteros en la ciudad siria de Alepo, las autoridades españolas pusieron en marcha una minuciosa operación para traerlos sanos y salvos. Una condición básica en la gestión de un proceso así es la máxima discreción, sobre todo por parte de las familias, para no entorpecer las gestiones de los profesionales a cargo de la misión.
El primer paso consiste en identificar a los autores del secuestro, una fase que puede durar entre tres y unos 45 días. Un dato esperanzador fue que el Estado Islámico (EI) –que ha ejecutado a varios periodistas– no estaba detrás de la captura, sino que los responsables eran combatientes del Frente al Nusra, la filial de Al Qaeda en Siria, que suele exigir una compensación económica por los rehenes.
Una vez que se tiene clara la identidad de los captores, se contacta con ellos y se pide información sobre el estado de salud de los cautivos. A partir de entonces, las autoridades españolas desplazan a la zona a un equipo de agentes experimentados en la gestión de secuestros.
Su objetivo es entrar en contacto con los responsables y conocer sus exigencias. Durante la fase de negociación suelen transcurrir varios meses, un tiempo que los servicios secretos aprovechan para buscar «amigos» que ayuden en la resolución del problema. En este caso, los «amigos» más eficaces han sido los qataríes, cuyos servicios de inteligencia habrían actuado de mediadores entre sus homólogos de España y el Frente al Nusra.
Durante los diez meses de cautiverio, funcionarios españoles han podido contactar con los periodistas y confirmar que estaban siendo bien tratados, gracias, especialmente, a las «pruebas de vida» o garantías de que los rehenes están vivos. Según la agencia Europa Press, estas pruebas consistían en preguntas formuladas por amigos o familiares de los periodistas cuya respuesta sólo podían contestar correctamente los rehenes. Otras veces, la prueba ha sido un vídeo en el que los rehenes decían su nombre y la fecha del día en que se habían grabado las imágenes.
La fase más complicada en la operación se produce llegado el momento de traer de vuelta a España a los rehenes. «Hay muchas personas que se jugarán la vida», asegura una fuente conocedora del caso, que añade que existen «muchas leyendas sobre los rescates». El Gobierno español no ha informado del pago de dinero a la organización que capturó hace casi diez meses a Sastre, Pampliega y López.
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