Asilo e integración

–¿Qué suponen las últimas políticas fronterizas impulsadas por los países de la ruta de los Balcanes?

–Desde que comenzó la crisis, y debido a la falta de una respuesta común, hemos sido testigos de una serie de decisiones unilaterales tomadas por los Estados miembros. Tras el cierre que protagonizó Hungría de su frontera con Croacia, uno tiene que tener en cuenta que Croacia no es aún miembro del espacio Schengen. Además, incluso dentro del área Schengen, el cruce entre fronteras por el campo es considerado ilegal. No obstante, no debe infravalorarse el simbolismo de este gesto. No sólo como signo de desunión entre líderes europeos, sino también como un posible argumento que puede ser utilizado por formaciones populistas para subrayar la debilidad de una unión sin fronteras.

–¿Cómo están reaccionando las instituciones comunitarias a esta crisis sin precedentes?

–La Comisión Europea ha realizado un buen trabajo al proponer medidas innovadoras y audaces: mecanismos de recolocación, puestos de control, un ambicioso presupuesto para países de tránsito... La Presidencia luxemburguesa del Consejo también ha ejercido un papel muy eficiente como mediadiora de las negociaciones entre los ministros de Interior. Sin embargo, lo que hemos visto estos últimos meses se trata de la falta de voluntad política del Consejo para llevar a cabo todas estas ambiciosas propuestas.

–¿Cuál es el siguiente paso hacia la solución de la crisis?

–La integración de los refugiados redistribuidos será el asunto crucial de la siguiente fase. Dentro de la UE hay once países que no han participado en la redistribución de los inmigrantes. Por lo tanto, la acogida, el alojamiento y las infraestructuras educativas no están demasiado desarrolladas. Los Estados con mayor experiencia tendrán que controlar y facilitar el proceso de forma conjunta, pues esta crisis supone una prueba para el futuro del sistema de asilo común europeo.

*Analista de Migración y Diversidad en el European Policy Centre