Política

Terrorismo yihadista

Bagdadi mueve sus peones para acosar a Europa

Bagdadi mueve sus peones para acosar a Europa
Bagdadi mueve sus peones para acosar a Europalarazon

El EI pretende presentar un «frente» yihadista unido en el norte de África

La estrategia de Abu Bakr al Bagdadi, al frente del Estado Islámico (Daesh, por sus iniciales en árabe: Dawlat al-Islamiya fi al-Iraq wal-Sham), es la de tratar de demostrar que sus tentáculos se prolongan cada día más y se acercan, de forma inexorable, a Europa. Atrás quedan las ocupaciones territoriales, en plan «guerra relámpago», de amplias zonas de Irak y Siria, que, en cualquier caso, le han permitido sentar las bases de su «estado». Ahora, de lo que se trata, tal y como adelantó LA RAZÓN, es de sumar a su grupo como franquicias a las bandas islamistas que actúan en el norte de África. El atentado de ayer en Túnez, a cargo, con toda probabilidad, de las milicias de Ojkba Ibn Nafaa, es una prueba más. Por si había alguna duda, el objetivo elegido, además de una sede institucional, como el Parlamento, ha sido un grupo de turistas occidentales, entre los que había varios españoles, dos de los cuales fueron asesinados. El Daesh, cuyos mejores expertos se encuentran en Libia para articular una franquicia que, en un país que puede convertirse en un estado fallido, tiene serias posibilidades de ocupar amplias parcelas de poder, ha logrado ya la obediencia de otros dos grupos en la zona norte de África: Juand Al Khilafah, en Argelia; y Ansar Beit Al Maqdis, en Egipto. Se trata, de momento, de la puesta en marcha de una estrategia, con unos grupos que cometen atentados o secuestros, seguidos del asesinato del rehén. Fue lo que ocurrió en Argelia con los yihadistas de Juand al Khilafah, contra el súbdito francés Hervé Gourdel, que fue decapitado en septiembre del año pasado y cuyo cuerpo sin la cabeza fue localizado por las Fuerzas de Seguridad argelinas en enero de este año. Se trata de un hecho puntual, pero la estrategia de terror funciona perfectamente, como ocurrió ayer en Túnez. Marruecos es el muro contra el que se enfrenta Bagdadi. Sabe que, a corto o medio plazo, no puede vencer a esta nación, pese a que es el paso natural hacia Europa a través de lo que ellos denominan al-Andalus (España). Rabat mantiene una estrecha colaboración con nuestro país en materia de lucha contra el terrorismo yihadista y, tras unos meses de «impasse», ha ocurrido lo mismo con Francia. Los resultados en los últimos años han sido espectaculares y no pasa un mes sin que una o varias células islamistas sean desarticuladas en Marruecos, España u otros países de Europa. Se están evitando muchos atentados y nuevas incorporaciones al Daesh. La presencia de sus nuevas «franquicias» en Egipto y Argelia, con regímenes consolidados y que han demostrado –en especial el segundo– una gran experiencia en la lucha contra el yihadismo –por los ataques de Al Qaeda para el Magreb Islámico (AQMI) y las facciones que se le han desgajado, como la de los Mourabutines, que lidera Mokhtar Belmokhtar– no suponen en sí mismas una gran amenaza. Hacerlo así sería minusvalorar al enemigo porque ahí está la clave. La estrategia de Bagdadi asegura una presencia que, cada cierto tiempo, se manifiesta en forma de acciones criminales. Es como un recordatorio para los europeos de que el enemigo, simbolizado en el Daesh, se acerca, porque atentados en el continente ya ha habido, entre ellos los registrados recientemente en Francia. En el intento de la construcción del «gran califato», Bagdadi trata de mostrarse desde su escondite como un «maestro» que dirige sus «peones» para que hagan el mayor daño posible a sus enemigos. La última «adquisición», la nigeriana Boko Haram, no hace sino agravar el problema.