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Berlusconi se rinde y Letta sobrevive

Silviio Berlusconi, a la izquierda, y Enrico Letta, a la derecha, durante la sesión del Senado italiano de hoy.
Silviio Berlusconi, a la izquierda, y Enrico Letta, a la derecha, durante la sesión del Senado italiano de hoy.larazon

Silvio Berlusconi volvió a demostrar ayer que sigue siendo un personaje único e impredecible. Después de poner el sábado al Gobierno de coalición italiano al borde del precipicio al exigir a los ministros de su partido, el Pueblo de la Libertad (PDL), que dejaran el Ejecutivo, «Il Cavaliere» protagonizó un cambio de opinión antológico al anunciar, improvisando, que sus parlamentarios iban a votar a favor de la continuidad del Gabinete liderado por Enrico Letta.

La escena tenía tintes surrealistas, pues mientras él dejaba al país con la boca abierta al dar el anuncio en el Senado, algunos de los dirigentes de su partido decían justo lo contrario. El ex mandatario justificó el cambio de parecer en su formación, que llegó «no sin sufrimiento interno», por un supuesto sentido de Estado del que no ha hecho gala hasta ahora. Sus palabras convirtieron en una formalidad la moción de confianza a la que se sometía el Gobierno en la Cámara Alta, donde la formación de Letta, el izquierdista Partido Democrático (PD), no cuenta con la mayoría. Al final, la votación se resolvió con 235 senadores a favor y 70 en contra. A algunos de los «berlusconianos» más radicales, como Sandro Bondi o y Alessandra Mussolini, los dejó tan descolocados el cambio de rumbo de su líder que optaron por no votar.

A la izquierda de Letta, quien reaccionó riéndose y diciendo con ironía «¡Grande!» cuando Berlusconi hizo su sorprendente anuncio, estaba Angelino Alfano, secretario general del PDL, aspirante durante los últimos años a sucesor de «Il Cavaliere» y, desde el lunes, jefe de los parlamentarios díscolos con el líder máximo. Alfano se ha destapado en esta crisis como el hombre que tal vez sea capaz de ocupar el hueco que deje el magnate cuando se vaya, llevando a la derecha de su país a una postura moderna y europea, alejada de la política personalista y sin rumbo que ha protagonizado Berlusconi en las últimas dos décadas.

Alfano es la referencia de los 26 diputados que rompieron ayer con el PDL y formaron un grupo parlamentario propio. Lo mismo podría suceder en la Cámara Alta, pues 23 senadores se manifestaron en la misma posición. Este nuevo sujeto político, salvo posibles sorpresas, está llamado a servir de apoyo a Letta durante lo que queda de legislatura, independientemente de los vaivenes propios de Berlusconi. Con su desmarque del que hasta ahora era su líder máximo, Alfano se ha convertido en un traidor a ojos de la parte del PDL más ciegamente «berlusconiana».

Una representante de este sector es la senadora Alessandra Mussolini. La nieta de «Il Duce» entró en el Senado atacando a Alfano y diciendo que había que dejar caer al Gobierno, pero salió justificando al magnate aunque había hecho lo contrario. «No han conseguido doblegarnos», dijo, mandando luego un mensaje envenenado en inglés al líder de los disidentes: «Al-Fini is not the winner». Con estas palabras hacía referencia al antiguo aliado y delfín de Berlusconi, Gianfranco Fini, quien tras oponerse a él ha acabado en el ostracismo.

La situación política italiana se relaja, pero está lejos de pacificarse. Mañana volverá la tensión, pues la comisión del Senado decide si le retira a «Il Cavaliere» su escaño debido a su condena por fraude fiscal en el «caso Mediaset». Su opinión no es definitiva, pero si, como se espera, resulta contraria a los intereses del magnate, luego se celebrará una votación en el Aula para ratificar su expulsión de la Cámara Alta.

Enrico Letta ha pasado la primera gran prueba a la que se ha visto sometido el Gobierno de coalición que dirige desde hace apenas cinco meses. Al superar ayer su Ejecutivo la moción de confianza en el Senado y en la Cámara de Diputados, ha logrado un éxito con ribetes de hazaña, pues además de garantizar su continuidad en el poder, ha conseguido romper el conservador Pueblo de la Libertad (PDL), el partido de su principal rival, Silvio Berlusconi.

Letta, ese tipo normal que llegó a primer ministro de rebote después de que el anterior líder del izquierdista Partido Democrático (PD), Pier Luigi Bersani, se viera obligado a dimitir, tendrá que afrontar a partir de ahora los auténticos desafíos políticos que le plantea un país necesitado de reformas en todos los campos y que, desde 2001, ha tenido un crecimiento económico abúlico. En el mundo hay sólo dos naciones con un nivel más bajo: Zimbabue y Haití, dos Estados fallidos. Con la fractura del PDL, Letta parece tener ahora las manos libres para comandar la triple revolución que plantea para el país: institucional, económica y juvenil. En este último campo la intervención es urgente, pues el desempleo entre los menores de 25 años ha superado ya el 40%. Salvo sorpresas, que no pueden nunca descartarse en un cuadro político tan complejo como el italiano, el primer ministro contará en esta ardua empresa con el sostén de Angelino Alfano. El «número dos» del Gobierno y secretario general del PDL es el líder de los parlamentarios díscolos que obligaron a recular a Berlusconi. Letta y Alfano escenificaron su complicidad, destinada a dar tranquilidad durante la legislatura. Sus cuchicheos y sonrisas compartidas les hacían parecer una pareja de enamorados en algunos momentos. El jefe de Gobierno no se contentó sólo con verse favorecido por la ruptura interna de sus socios de coalición para seguir en el poder. También lo intentó con un discurso bien articulado y emotivo en algunos puntos. «Italia corre un riesgo que podría ser fatal. Evitar ese riesgo depende de nosotros, depende de las elecciones que hagamos, depende de un sí o de un no», comentó en el Senado Letta, a quien se le veía con fuerzas pese a haber pasado la noche en vela. A consecuencia de ello, tuvo que echarse colirio en los ojos en algún momento. Ante los insultos que recibió una senadora que antes pertenecía al Movimiento Cinco Estrellas, pero que abandonó el grupo y decidió apoyar al Gobierno, Letta mandó un mensaje que bien podía aplicársele a Berlusconi y a Alfano: «El respeto de la libertad individual es la base de la democracia. No aguanto más las lecciones de moral de quien amenaza a alguien porque ha cambiado de idea».

Una vez superada la moción de confianza en el Senado, Letta acudió tranquilo a la Cámara de Diputados, donde el resultado favorable estaba asegurado, pues allí tiene la mayoría el PD. Obtuvo 435 votos a favor por 162 en contra. En la Cámara Alta dijo que no quería ser «un primer ministro que está por fuerza porque no se puede votar». La resolución positiva de esta crisis de Gobierno le coloca en un estupendo lugar en la lucha por el liderazgo del izquierdista Partido Democrático, tras la dimisión de su anterior líder, Pier Lugi Bersani.